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ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN ANÁLISIS TEMÁTICO Un eminente Recuerdo historiador y comunicación de la Filosofía Jean-Pierre Schobinger El Grundriss der Geschichte der Philo– sophie -Compendio de Historia de la Filosofía- apareció por primera vez di– vidido en tres partes, los años 1863- 1866 (Berlín). Fue obra de un solo au tor: Friedrich Ueberweg (1826-1871), la cual obtuvo una difusión muy rápida. La duodémica edición, la última reelabora– da (1924-1928), en la que tomaron ya parte diversos autores, constaba de cin– co gruesos volúmenes, en los que se ex– ponía, según criterios objetivos, la His– toria de la Filosofía desde la antigüedad hasta el presente. Es algo muy peculiar de esta Historia de la Filosofía dar una penetrante descripción de las obras de los autores y ofrecer, al mismo tiempo, una amplia bibliografía de la literatura primaria -fuentes- y de la secundaria -comentarios y estudios-. Después de la segunda guerra mun– dial la editorial suiza Schwabe (Basilea) adquirió los derechos de edición y se puso a planear una reelaboración com– pleta de esta tradicional obra-modelo. De momento están previstos más de 30 volúmenes, de los cuales, como pri– micia, se ha publicado el tercer volumen de la Filosofía de la Antigüedad (Acade– mia Antigua, Aristóteles, Peripato). Le seguirá muy de cerca la publicación de la Filosofía del siglo XVII. De ella tengo la responsabilidad como director de la misma. Está distribuida en cuatro volú– menes, de los cuales tres son dobles. En ellos la Filosofía está expuesta por regio– nes. En 1988 apareció el primer volu– men, dedicado a Inglaterra. En él han to– mado parte más de 30 especialistas. Dis– puesto para ser publicado se halla el volumen que da cuenta de la Filosofía de Francia y de Holanda. El volumen dedicado a la Filosofía Ibérica en el siglo XVII está dividido en cuatro capítulos, los tres primeros com– puestos por el profesor Enrique Rivera de Ventosa (Salamanca). El capítulo cuarto ha sido elaborado por Mons. Henry Méchoulan (París). Ambos auto– res han trabajado en estrecha colabora– ción. Una somera ojeada sobre los tres primeros capítulos pueden dar a conocer la extraordinaria competencia en historia de la filosofía del profesor Rivera: Capítulo 1: La actualidad de los siste– mas clásicos (Platonismo y Neoplato- 118/ANTHROPOS 122/123 nismo); Predominio del Aristotelismo en la enseñanza de la filosofía y el Anti– aristotelismo; Estoicismo, Erasmismo, Ateísmo. Capítulo 2: La filosofía escolástica en su enseñanza filosófica: Agustinismo; Anselmismo; Tomismo; Escotismo; Lu– lismo; aportación filosófica de los jesui– tas; Mística. Capítulo 3: Presencia del pensamiento moderno en la península. Para dar a estos temas la neta línea di– rectriz para esta nueva edición el profe– sor Rivera ha debido realizar una labo– riosa y comprensiva investigación sobre las fuentes , investigación avalada por un conjunto de datos bibliográficos muy precisos. El profesor Rivera ha planeado esta parte de la filosofía ibérica y la ha lleva– do a tan feliz término que para el área de lengua germánica viene a ser un caso único. A este respecto su aportación le– vanta un piedra miliaria en la compren– sión de la filosofía del siglo XVII. Por lo cual le felicito cordialmente y cordial– mente también le agradezco el amigable tiempo que ha empleado en esta colabo– ración. Cirilo Flórez Miguel Inicio este relato desde el recuerdo atri– buyendo al profesor Rivera tres epítetos: «Colega», por haber sido largos años compañero en la profesión docente uni– versitaria. «Colaborador», porque se ha podido contar siempre con él en las acti– vidades comunes desarrolladas en las dos Facultades de Filosofía de la ciudad de Salamanca. «Amigo», por haber dado a sus múltiples relaciones con los com– pañeros universitarios la confianza y mutua estima propias de la amistad, a la que ha añadido su sencillez franciscana. Personalmente le conocí en las leccio– nes universitarias que sobre filosofía de la historia impartía en la Universidad Pontificia de Salamanca. Veinte años más tarde le invitaría a dar un breve cur– so sobre visión cristiana de la historia en mi cátedra. Y desde el primer encuentro se estableció entre los dos una corriente de simpatía y afecto que supera ya el cuarto de siglo. A ella han contribuido nuestras largas e irnprogramadas char– las, la mutua entrega de publicaciones y el frecuente saludo cordial en nuestro encuentro callejero en la ciudad. Tam– bién nuestros encuentros en el extranje– ro, como en el IV Congreso Internacio– nal de Filosofía en Viena, ciudad en la que hablamos largo y tendido de nuestra vida intelectual salmantina, al socaire de lo que estábamos viendo y oyendo en el Congreso. Años después, con nuestro tercer amigo Antonio Heredia Soriano, fuimos invitados a intervenir en unas se– siones de estudio en la Universidad de Toulouse, organizadas por el entonces decano de la Facultad de Filosofía, el gran hispanista Alain Guy, que nos hon– ra a los tres con su larga y fidelísima amistad. Profesionalmente, mis relaciones con el profesor Rivera han motivado que pu– diera contar con él cuando tuve la idea de planear unos coloquios filosóficos en los que participaran los profesores de ambas Universidades y cuantos posgra– duados quisieran intervenir. Se inician estos coloquios para conmemorar el cen– tenario del nacimiento de Miguel de Unamuno, 1964. Durante más de una de– cena de años tuvieron regularidad cada quince días durante los meses inverna– les. El profesor Rivera reiteradamente me ha felicitado por esta iniciativa que, según él, ha tenido dos efectos: contri– buir a un clima de comunicación de la fi-

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