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EDITORIAL aplicación actual de todo esto como camino de solución de la «crisis» que conforma el mundo contemporáneo y nos hace ob– servar cómo la «agápe», este amor cristiano, es la mejor so– lución, teórica y práctica, para nuestra reconocida «crisis». Su profundización en el tema sigue por esta línea como indica su reciente trabajo: «El amor-agápe, raíz del mejor de los hu– manismos». He aquí, pues, hacia donde van las nuevas fuerzas espirituales de la historia, su nudo es el amor-agápe y su eje culminante el cristocentrismo. Con lo cual se abre a una di– mensión utópica fundada de la historia, una visión confiada y esperanzada. En una segunda parte traza con detalle su biografía al filo del tiempo, que considera paso de la esencia de su forma men– tís et vitae a la anécdota. Y nos recuerda en primer lugar tres actitudes mentales que le han guiado en su trabajo intelectual. La primera, considerar la vida intelectual como un continuo aprendizaje, como formación siempre abierta a una ulterior ma– durez, que podría llamarse un socratismo cristiano. La segunda es su preocupación por la metodología científica y señala aque– llas obras que le han causado mayor impacto desde su juven– tud. Y la tercera, su entrega a la lectura; cada día un libro nue– vo. Se comprende su amplia labor de recensión y crítica. Y tra– za a continuación con delicado detalle y concretez las etapas de su vida intelectual que compendia de la siguiente manera. Pri– mero, recopilación vital de un contenido tradicional cristiano: desde su infancia hasta 1943; segundo, larga gestación de su propio pensar 1943-1970; tercero , «Conciencia de haber lle– gado a cierta madurez intelectual [... ] 1970». Podemos en– contrar en este relato la nómina de autores y obras que verda– deramente constituye su base intelectual y vital. Junto a estas referencias intelectuales son importantes también sus expe– riencias del contexto histórico y la presencia e influjo de cier– tos acontecimientos religiosos y culturales, la vivencia de la se– gunda guerra mundial, etc. Consideramos toda esta parte un vi– brante documento que testimonia la vida intelectual y la fe de un pensador cristiano frente a las circunstancias históricas que configuran su entorno vital y espiritual. Imprescindible su lec– tura para tantos que han perdido la memoria y el olfato de una tradición rica, abierta y constructiva. Formación, investigación, escritura y docencia; asistencia activa a congresos diversos, semanas de filosofía y otros even– tos intelectuales, pero todo va dejando en él un poso de saber y amistad. Amistades vivas que recuerda y señala por sus propios nombres. La última referencia alude a la forja de su pensamiento cristiano y su concepción personalista. La fenomenología como método complementario de su visión cristiana de la historia. Fi– naliza con una programa vivo y dinámico que expresa su fuer– za creadora y su voluntad de dar cima a su pensamiento cristiano. Sus últimas sugerencias son sumamente estimulantes y le pe– dimos y deseamos que logre escribir las obras ya diseñadas y completar todo su proyecto sembrado ya y granado de esperanza y obra. Toda la autobiografía intelectual constituye un docu– mento vivo y entrañable, el testimonio verdadero de un pensa– dor cristiano a la altura del siglo XX. Su lectura abre caminos, confirma la fe y acrecienta el amor-agápe, vehiculado todo ello en una cosmogénesis que finaliza y se centraliza en el Punto Omega, Cristo Jesús. Obra admirable y pasional, profunda y en– tusiasta, abierta a la participación y colaboración, que hace pre– sente hoy toda la fuerza y viveza de una tradición bimilenaria. 'l"'rmt ::n,q ~ ~. !Hk)i~I\\\AlÍ,'.'l W!c\'11'aY.Kl!'t.'1 .; JfSVSNVAt,>\'.'\i\'Sll!,;( MW.ll ~t. Cristo crucificado de Velázquez 122/123 ANTHROPOS/9

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