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ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN ANÁLISIS TEMÁTICO más significativo: La devoción a María en la espiritualidad de San Francisco. El P. Rivera confiesa como algo cho– cante el que su interés por la personali– dad de San Francisco como figura histó– rica surgiera de su trato con la historia profana. Fue la lectura de tres autores lo que le impulsó a este nuevo estudio. Ha– biendo leído la obra de H. Thode, San Francisco de Asís y los orígenes del Re– nacimiento en Italia, y conocedor de la crítica que juzgaba exagerado el influjo que en ella se atribuye al franciscanismo en relación con el arte renacentista, Ri– vera piensa que se trata de un desafío histórico al que es preciso hacer frente con un estudio más profundo. Más im– presionante le resultó la interpretación de Reinhold Schneider al declarar a San Francisco «gran fuerza espiritual históri– ca». Le emocionó su gran drama Inno– zenz und Franziskus y apostó por el prin– cipio que Schneider formula así: «La gracia, apoyada por la fuerza política, es menos gracia». Después de analizar las empresas de lnocencio III, el Papa que más poder espiritual y político acu– muló en la historia de la Iglesia y que fue también quien aprobó la iniciativa evan– gélica de Francisco, Schneider hace una reflexión, a la que Rivera asiente con– vencido: la mejor obra del poderoso lno– cencio III consistió en haber bendecido al pobre de Asís para que practicara con los suyos el evangelio virginal y eterno, y lo predicara al pueblo cristiano a fin de que éste volviera a ser una réplica de la Iglesia primera. La tercera obra que influyó decisiva– mente en el profesor Rivera para su in– terpretación de San Francisco, fue la del romántico alemán J. von Gorres, que con el título San Francisco, un trovador ex– presa ya su visión original de San Fran– cisco. Es una reacción contra el cinismo burlón de la impiedad volteriana cuyo resentimiento rastrero trató de rebajar a su propio nivel de infamia a Jesucristo, y junto con él a San Francisco. Rivera vi– virá la misma reacción de Gorres des– pués de topar con las insolentes alusio– nes a San Francisco en las obras de Vol– taire. Y sentirá el entusiasmo luminoso que provocan los escritos de Francisco y sus seguidores. Son para el mundo el tes– timonio de un optimismo recio y cando– roso, que percibe en la creación el himno a la vida en la inmarcesibilidad del amor divino. Este renovado aprecio de la espi– ritualidad franciscana se vio ayudado del idealismo alemán según la afirmación de A. Gemelli, que Rivera ha hecho suya: «Era necesario el idealismo alemán para descubrir, aunque exagere en ello, las re– laciones entre poesía y misticismo, entre poesía y santidad». E inmerso en esta cultura el profesor Rivera se vio impul- sado a estudiar la figura de San Francis– co en el pensamiento y la poesía del úl– timo siglo. Su obra San Francisco en la mentalidad de hoy es el resultado de esa búsqueda incansable. Los pasajes más bellos de las celebraciones poéticas de Francisco en boca de Claudel -con su visión cósmica franciscana-, de Pemán -a las cosas humildes con ingenuidad buscada-, o de Rubén Darío -poeta franciscano del reproche y la esperan– za- (por citar nombres no necesaria– mente los más importantes en la relación de Rivera), encuentran en su libro el eco que se merecen: un comentario conmo– vido y franciscano acogedor. La segunda parte de la obra es la más extensa y se adentra con competencia por los cami– nos de la filosofía moderna detectando sus alusiones esperanzadas o nostálgicas al espíritu franciscano. En Lavelle, Coimbra, Max Scheler y Fülop-Miller descubre Rivera la aportación de la per– sonalidad de Francisco a distintos as– pectos de la antropología filosófica. Su fuerza espiritual histórica la desvela analizando la obra de A.J. Toynbee, R. Schneider, y otras obras que destacan el papel de San Franciso y lo francisca– no en el encuentro con el Oriente o fren– te al -gracias a Dios hoy debilitado– desafío marxista. Y en relación con el pensamiento español contemporáneo Rivera se complace en reunir personajes tan heterogéneos como Menéndez Pela– yo, Unamuno y Ortega y Gasset en una no artificial sintonía con el franciscanis– mo que puede indicar la pista, o quizás el camino o «la puerta abierta», para ha– cer espiritualmente saludable lo que Ri– vera llama «este momento tan grandioso del encuentro de culturas». En los últimos años la reflexión de Ri– vera sobre San Francisco se ha ido cen– trando más en el perfil de su intimidad espiritual. Ha tratado de percibir sus vi– vencias más hondas y tiene entre sus ma– nos una obra de la que ha dado ya un an– ticipo en la revista Estudios Francisca– nos (1989) bajo el título «Vivencias primarias del alma de San Francisco». La enunciación de esas vivencias nos da una idea cabal del franciscanismo del profesor Rivera: San Francisco, caballe– ro, trovador, juglar; Cristo crucificado; El amor a la pobreza; Por Cristo al Pa– dre; La naturaleza, reflejo de Dios y cau– ce de sus bondades;... y los hombres, hermanos; Paz y alegría, anticipo del cielo. No podía encontrar mejor conclusión a este repaso que he querido hacer, con afectuosa admiración, de una de las face– tas más entrañables de mi profesor y maestro P. Enrique Rivera. Con tantos otros hermanos, espero de él toda su vi– sión del ALMA DE SAN FRANCISCO. 122/123 ANTHROPOS/107

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