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36 DEUSTO nes de mi oficio, mi poca salud, pues aún no estoy bien convaleci– do de la enfermedad del verano, y el haberla predicado estos dos años continuos, motivos todos tan razonables, que, habiéndolos admitido don Mateo hizo me eximiese la villa, eligiendo al P. Fray Felipe de Madrid, quien se excusó de predicar, diciendo no podía, sí sólo seis sen'nones, sintiéndose mucho la villa de esto por haber sabido que este Padre se sintió mucho el año pasado de que no le hubiesen elegido, de que infieren que el excusarse en éste no es no poder, sino no querer, habiendo fundado su sentimiento en una presunción falsa, de que yo diligencié que no le eligiesen. Y lo es tanto que com,o Religioso afirmo que las diligencias que hice fue– ron para excusarme de predicarla y para que le eligiesen a dicho Padre, lo cual le consta muy bien por habérselo afirma,do a él con juramento el Corregidor en presencia de un Religioso y yo también se lo he afirmado con juramento ; pero nada basta para persuadirle a esta verdad. Y si m,e sujeté a tomarlo fué después de haber bata– llado cuanto pude por excusarme, rindiéndome por último a la car– ga, porque llegó a decirme una persona muy devota que por amor a Dios la tomase, pues si no lo hacía disgustaría tanto a la villa cuanto hasta entonces la tenía gustosa, y así cedí m,i derecho aten– diendo a la paz y estimación de esta Comunidad, como también por las mismas razones he tomado este año con quince días pasados de término y de no haberlo hecho así, estaba con determinación para la villa ele tener predicador de otra Religión. En este embarazo 110s ha entrado dicho Padre. Dios se lo perdone y haya perdonado tam– bién a nuestro Padre Comisario Fr. Miguel ele Majadahonda, a quien antes que V. C. viniese pedí me las sacase por obviar este lance y ·otros que no conducen ele ninguna suerte a la paz ni a la regular disciplina. Lo que yo he hecho por ahora con este snjeto para dar satisfacción a todos es excusarle de todos los sermones repartiendo los que hay entre los demás predicadores, no querien– do de él otra cosa más de que vaya al coro. y si V. C. puede exi– m,irme de él me parece hará un servicio grande a Dios y consobrá mucho a casi toda esta pobre Comunidad. Y así se lo suplico con el afecto y rendimiento de hijo. De Bilbao tengo que proponer a V. C. cómo un caballero que se llama don Benito de Rucavado está anhelando por darnos fnn– dación, la cual me ha dicho tiene propuesta a la Provincia dos ve– ces. Una en el Capítulo pasado por mi antecesor el P. Fr. Miguel de Pinto; otra por nuestro P. Fr. Félix de Bustillo, y se halla

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