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136 DEUSTO tro aprovechamiento, especialmente en lo espiritual, se ha seguido a la república n~ucha utilidad espiritual, mucha paz y quietud, mu– cha reforma en las costumbres y aversión a los vicios, pues coad– yuvan dichos PP. Capuchinos incesan1\es con la apostólica pre– dicación, especialmente en tiempo de Cuaresma, y con la asisten– cia al confesonario y a los moribundos, cuando son llamados en la agonía de la muerte, de cuyo momento pende nuestra salvación, y con la conveniencia de decirnos las misas a las horas que mejor nos conviene, especialmente en los días festivos, y también por– que antes que hubiese el dicho Hospicio ha carecido esta república de rncerdote que asistiese a los moribundos, porque los beneficia– dos se excusaban diciendo que no tenían obligación, y de esto re– sultn el que la república de -Deusto •quiso litigar pleito con el Ca– bildo sobre si debían asistir a los moribundos, y, viendo que no querfan asistirlos, se obligó la república a pagar 25 ducados anual– mente a uno de los beneficiados para que asistiese a los n~oribun– dos, y de esta pensión nos libramos permaneciendo dicho Hospicio público de los RR. PP. Capuchinos. También es cierto que la situación de dicho Hospicio es muy mala, por estar en un cerro muy alto y ser muy penosa la subida a dicho Hospicio; y así, para que con más comodidad podamos los vecinos de dicha república acudir a oír misa todos los días y a fre– cuentar los Santos Sacramentos, suplicamos a V. Ilma. que se dig– ne· mandar a dichos PP. Capuchinos que muden el Hospicio públi– co a otro sitio más conveniente y más abajo del sitio donde se ha– llan, dentro de la misma república, donde los Padres gustasen, para fundar después allí el convento, y así podamos con más comodidad aprovecharnos ele sus sermones y demás pasto espiritual, tan con– veniente y necesario a nuestras almas. Y nosotros, confiados en los muchos favores y beneficios que siempre hemos recibido de la liberalidad y benignidad de V. Iln~a., nos determinamos a suplicarle y pedirle se digne patrocinar al ce– loso intento de la Religión Capuchina, no sólo manteniendo y am– parando fa posesión de dicho Hospicio público, sino también con– cediendo la licencia para fundar el convento que con tanto anhelo desea esta muy noble república para el aumento espiritual de sus almas, pues ya tienen dichos Religiosos la licencia, no sólo de esta república, sino también del M. N. y M. L. Señorío de Vizcaya, conociendo la grande utilidad que de dicha fundación se seguirá, no sólo a esta re::>ública, sino también a otras muchas que se ha-

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