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4 RETORNO AL CONVENTO Una vida misteriosa fuera del claustro Hacía tiempo que el P. Agustín insistía, de palabra y por carta, en que el P. Pío se decidiera a volver al convento. En una carta del 7 de enero de 1916 decía estar convencido de que el fin de aquel destierro no estaba lejano. Había conseguido que mucha almas buenas, sobre todo el alma grande de Rafaelina Cerase, terciaria franciscana de Foggia, pidiesen a Dios que el P. Pío volviese a vivir con sus hermanos. Preveía y preguntaba ya gran– des bienes por la vuelta de su hijo espiritual: "Creo que Jesús quedará muy glorificado, tú muy confortado y salvadas muchas almas por la divina bondad". Pedía a Jesús poder ser él mismo quien le devolviese "al sagrado recinto". En una carta del 16 de enero de 1916, el P. Agustín le pregun– taba una vez más: "¿Ycuándo va a terminar el destierro temporal de la patria del claustro?... ¿Sientes todavía en el corazón el ansia de tornar entre nosotros?" Le indicaba que su silencio acerca de un asunto tan esquinado le entristecía. Repetía, con leal franque– za, la idea que ya otras veces había expresado: "Esa situación tuya no la he aprobado nunca, únicamente la he tolerado". A Rafaelina Cerase, que insistía con idénticas razones, el P. Pío, en una carta del 30 de diciembre de 1915, le había expues– to su caso de conciencia y había aclarado su modo de pensar, aconsejado por personas doctas: "Mi situación fuera del claustro amarga toda mi vida. Nunca me he fiado en este punto de mí mismo. He expuesto mi caso a personas doctas y muy competen– tes en los caminos de Dios y me han respondido que, dada mi situación excepcional y teniendo en cuenta todos los datos, no 65

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