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El P. Agustín, testigo ocular, asistió repetidas veces a los éxtasis y transcribió las aspiraciones, las invocaciones, los lamen– tos, las alegrías del extasiado, que dialogaba con lo invisible. Recogemos aquí algunas deprecaciones, bisbiseadas con intermi– tencias, tal como fueron escuchadas. 28 de noviembre de 1911. "Oh Jesús, te encomiendo a tal alma... has de convertirla... Oh Jesús, te encomiendo aquella persona... conviértela, sálvala... Oh Jesús, convierte a aquel hom– bre... Por él me ofrezco todo entero". 29 de noviembre de 1911. "Dios mío, no lo castigues. Lo mismo a nuestros sacerdotes... no los castigues... Ayuda a estos superiores". 30 de noviembre de 1911 . "O le concedes la gracia o tendré que cansarte... Debes decir que sí... Si se trata de castigar a los hombres, castígame a mí... Has de ayudar a los sacerdotes, sobre todo en nuestros días... son el espectáculo, el blanco de todos... Mientras se trate de mí, ponlo por obra, pero de los otros no... También al provincial, que se muestra duro conmigo, ayúdale... Al arcipreste de Pietrelcina... de todas formas ayúdale". I de diciembre de 1911. "¿Le quieres castigar?... No... Jesús... , castígame a mí... No debes castigarle... ¿No he dicho que quiero ofrecerme por todos?" 3 de diciembre de 1911 . "Cuántas profanaciones en tu santua– rio... Jesús mío, perdona, depón aquella espada... y si ha de caer, que encuentre sólo mi cabeza... sí, quiero ser yo la víctima... Por tanto, castígame a mí y no a los otros... mándame incluso al infierno con tal que te ame y se salven todos... sí, todos ... Castí– game a mí, Jesús mío... sálvalos a todos... Jesús mío, yo me ofrezco como víctima por todos". Dejando a los teólogos la investigación y el juicio acerca de estos hechos extáticos, aceptemos estos coloquios-monólogos· como fragmentos de un alma heroicamente generosa, que piensa en los otros, que intercede por ellos, que se ofrece como víctima para que todos se salven. Los "otros" y "todos", los quiere pro– teger con sus propias espaldas de la justicia de Dios, y se presenta a sí mismo para defenderlos. Se trata de una defensa costosa y, por lo mismo, inserta esa reparación en el plan de la salvación. Terminamos con otra referencia del éxtasis del 29 de noviem– bre de I911. "Jesús, una última cosa... déjate besar". Las frases 62
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