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Los hechos de Venafro El P. Pío fue trasladado al convento de Venafro a finales de octubre de 1911. Junto con otros jóvenes sacerdotes y bajo la dirección del P. Agustín, tendría que ejercitarse en la elocuencia sagrada, para prepararse al desempeño de uno de los más impor– tantes ministerios apostólicos de los capuchinos, el de la predica– ción, especialmente la predicación popular. En Venafro apenas pudo dedicarse al estudio, porque contrajo una gravísima enfermedad, que hasta le impidió celebrar la misa. Comulgaba, y durante veintiún días fue éste su único alimento. Comía poquísimo, de modo que vivía "casi de milagro". El supe– rior del convento, el P. Evangelista de San Marcos en Lamis, le acompañó a Nápoles para una inspección médica. Lo mismo que había ocurrido anteriormente, los médicos poco o nada com– prendieron. El resto quedaba en el misterio. Fue aquí, en Venafro, donde por primera vez se llegó a des– cubrir y a observar sus fenómenos sobrenaturales. Los padres Agustín y Evangelista fueron testigos presenciales de muchas ve– jaciones diabólicas y de repetidos éxtasis. El maligno se aparecía al P. Pío "bajo la forma de un gato negro y feo ... , de jovencitas desnudas que bailaban lascivamen– te... , de verdugo que le flagelaba ... , de Cristo crucificado... , de un joven, amigo de los frailes ... , del padre espiritual..., del padre provincial..., de Pío X. Otras veces bajo la forma de su ángel de la guarda, de San Francisco, de María Santísima". En ocasiones, sin aparecerse, le escupían al rostro... , le destrozaban con ruidos ensordecedores... Finalmente, en sus verdaderas facciones, horri– bles, con un ejército de espíritus infernales". Las apariciones bajo la forma de la Virgen y de mujeres desnudas eran las que más le consternaban. Lo bueno que tenían para el atormentado fraile era que las vejaciones del maligno no duraban mucho, "a lo sumo un cuarto de hora" y de ordinario iban seguidas inmediatamente de las apariciones de Jesús, de la Virgen, de San Francisco, del ángel de la guarda y de otros santos. Semejantes éxtasis ocurrían "dos o tres veces al día. Duraban de una hora a dos horas y media en ocasiones". 61

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