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obre como crea conveniente, pues estoy dispuesto a hacer cual– quier sacrificio tratándose de obediencia". También al P. Agus– tín, en octubre de 1915, le dará cuenta de sus sufrimientos, "na– cidas de un doble destierro", por vivir fuera del convento y por tener que seguir viviendo sobre la tierra. Cuadro clínico De su estado físico el P. Pío nos ha dejado un cuadro bastante detallado en las cartas a sus directores espirituales. Nos limitamos a las que escribió en 191 O, que demuestran una sintomatología y un cuadro clínico bastante complejo. Desde las navidades de 1909 "el estómago... apenas retiene otra cosa que agua... La que no quiere abandonarme es la fiebre, que casi todos los días, al atardecer, viene a visitarme, seguida de copiosos sudores. La tos y los dolores de pecho y de espalda son los que me martirizan de continuo más que ninguna otra miseria". "Los dolores de pecho de unos días a esta parte me parece que se han vuelto más obstinados". "Las continuas enfermedades... no quieren dejarme". "Desde hace varios días ha venido atormen– tándome un nuevo dolor en la base del pulmón izquierdo. Esta vez acaso Jesús actúe de verdad. Este nuevo dolor es el más agudo de todos. Me imposibilita para cualquier acción y a veces casi no puedo articular palabras". "Estoy en cama por mi debili– dad, a causa del vómito que ha vuelto". "Continúo siempre mal de salud. Pero lo que más me martiriza son aquellos duros y agudos dolores del tórax. En ciertos momentos me causan un sufrimiento tan grande que parecen querer destrozarme el pecho y la espalda". "Siento desde hace días que mi sahJd empeora. Pero lo que de una manera especial me atormenta son la tos y los dolores de pecho. La tos es muy fuerte e insistente, sobre todo de noche, y falta poco para no destrozarme el pecho". Más adelante, en 1915 se añadieron "dolores muy fuertes de cabeza", hasta el punto de no permitirle aplicarse a nada, yjaque– cas cada vez más insorportables. 51
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