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1971. Carmela Catania, esposa de Rafael Tanasi, de Catania, el 17 de enero la encontraron completamente curada de cirrosis hepática con derramamiento ascítico, diagnosticada ya en di– ciembre de 1970. Había rezado por su curación el doctor Vicente Bonfanti, que la atendía. La perfecta curación fue precedida de un perfume intenso que subía de las vendas, percibido sólo por el paciente. 1973. Tony John Collette, de Houston, en Texas, vio minada su juventud por un mal incurable. El diagnóstico, en 1969, le había dejado sin ninguna esperanza: lipidosis que le destruía el sistema nervioso y muscular. El joven había sufrido muchas in– tervenciones y había sido objeto de exámenes, investigaciones, estudios. De su caso, tan extraño, se discutió en las páginas del Medica/ Journal. Atormentado por dolores en todo el cuerpo, Tony tenía unos aparatos metálicos en la espalda y en las articu– laciones inferiores. Se movía apoyándose en muletas. En el hospital de San José, el 23 de julio de 1973, le dijeron una vez más que su mal era incurable y que al día siguiente tenía que abandonar el hospital. En la noche del 23 al 24 de julio, Tony sintió unos dolores tremendos. A las tres vio en su habitación un hombre "con una sonrisa en el rostro", que le propuso: "Quiero ayudarte... Trataré de ayudarte". En aquel instante Tony experi– mentó un temblor frío de los pies a la cabeza y tuvo una indes– criptible sensación de bienestar. En pocos momentos se encontró completamente relajado y sereno. Desde entonces desapareció el dolor. El hombre de la sonrisa en el rostro desapareció también. Libre de los aparatos de metal, rehusó las muletas para cami– nar, libre de dolor. Tony, la tarde del 24 de julio, volvió a su casa completamente curado. Médicos y sabios, parientes y amigos, asombrados, constataron aquella curación imprevista e inexpli– cable. Tony dio las gracias al P. Pío, invocado por él y por otros insistentemente. Escribió: "Me siento profundamente privilegiado por haber hablado con el P. Pío y haberlo visto. Esto ha cambia– do totalmente mi vida. Ahora sé, en lo más profundo del corazón, que Dios es una realidad y que, cuando pedimos, El nos concede sus gracias". Sus familiares y conocidos repetían también: "Dios ha enviado a su mensajero el P. Pío para salvar a Tony. Dios sigue estando con nosotros. Ahora Tony camina, corre, se mueve, sin muletas ni aparatos ortopédicos". 390
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