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El pueblo le ensalza y le reza Las voces más numerosas han salido del pueblo. Si el P. Pío, en cincuenta años de estigmatizado, ha llamado la a:ención de todo el mundo, hasta de los no creyentes, sobre su persona y sobre su obra, la atención del mundo no se extinguió con su muerte. Dejadas de lado las polémicas, su figura se h:1 transfor– mado en objeto de veneración. La mayor prueba a que estuvo sometido el P. Pb mientras vivió, fue la excesiva publicidad, que casi le convierte en mártir antes que en confesor. La prueba más grande de su \ irtud, des– pués de la muerte, es el pueblo el encargado de darla, con el recuerdo de su vida, con su constante peregrinar a Pietrelcina y a San Giovanni Rotando, con las oraciones delante de su sepul– cro, y acudiendo a su intercesión, que juzga eficaz. Como lo fue en vida, así en la muerte sigue siendo el pueblo -el auténticamente cristiano, ajeno a todo fanatismo- el que acude al capuchino estigmatizado, ensalzándolo como a hombre de Dios, como a intercesor ante Dios. No son poco~ los que le dan gracias por curaciones y favores conseguidos. Vamos a selec– cionar algunas de las numerosas curaciones concedidas por Dios a quienes han acudido al siervo de Dios con una oración confiada. Nos limitamos a las curaciones de las que existe una responsable documentación clínica. 1968. José Scatigna, de Palermo, el 23 de octubre fue some– tido a una intervención quirúrgica para extraerle un tumor linfo– glandular, en la ingle. El análisis histológico no daja ninguna esperanza: metástasis linfoglandular por melanosarcoma. El pa– ciente quedó en condiciones bastante precarias. El 8 de noviembre fue internado en la Casa Alivio para someterlo a vigilancia. De los exámenes no apareció nada que hiciese pensar en nuevas metástasis de la afección diagnosticada. Por eso fue cado de alta el mismo día. Desde entonces disfruta de salud y reconoce que fue el siervo de Dios, al que acudió, el que le salvó la vida. 1968. Antonio Paladino, de treinta y tres años, yacía comple– tamente inmovilizado como consecuencia de un acciéente de tra– bajo. El 3 de julio de 1935 había sido atropellado por un carga– mento de hormigón. En la noche del 12 de diciem:>re de 1968 sintió que le tocaban en el hombro izquierdo y vio al P. Pío, que 388
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