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encuentro con el P. Pío en San Giovanni Rotondo, em. agosto de 1938; Se detuvo allí unos días con el fin de "darse ,::uenta con exactitud de todo lo que se refería al estigmatizado y al ambiente que le envolvía", hablando con el padre y observándole atenta– mente. "Después de repetidas pruebas en todos los sentidos, he llegado a la conclusión de que el P. Pío era un hombre absoluta– mente sano de espíritu y saqué la certeza de una sencillez y since– ridad incapaz de engañar y de decir un 'sí' por un 'no'. Esta constatación me sirvió de gran satisfacción". Se encontró en otras ocasiones con el P. Pío. Confiesa sobre ello: "Aproveché siempre todas las ocasiones para estudiar y co– nocer al P. Pío, al que cada vez estimaba más por la práctica heroica de las virtudes". Como conclusión de sus recuerdos, el P. Donat) sintetiza: "Considero al P. Pío como a un gran santo. Le tengo _;msente en toda mi vida de apostolado en el confesonario y celebro cada mañana la santa misa en unión con él". De los superiores provinciales y locales de la provincia de Foggia, reunidos en capítulo provincial el 4 de julio je l972, se levantó todo un coro de voces que traduce el concepto que toda la provincia conserva acerca de su hermano de hábito, el P. Pío: "Este; aunque se ha presentado ante el mundo contemporáneo en la forma clásica del capuchino, ha sembrado, con medios tradi– cionales y nuevos, semillas de redención humana y c::-istiana, en todos los estratos sociales, porque la novedad no era en él apa– riencia externa, sino renovación interior en el esfuerzo diario de ir a Dios mediante el encuentro con todos los hombres. En él la encarnación ha asumido su significado l:istórico de anonadamiento en la forma de siervo para enriquece::- al mundo con la forma de Dios. Como Jesús, en las orillas del lago de Genesaret había abrazado, con el vínculo del amor a Dios y al prójimo, al universo entero, así el P. Pío, desde las estrechas dimensiones de un claustro, ha atraído a la cruz, impresa en su cuerpo, sobre todo a la humanidad que sufre y le ha devuelto el sentido de Dios. Su paso cadencioso y cansado resonaba y resue– na todavía como el de Cristo, que avanza pobre, humilde, carga– do con la cruz". Por este concepto de la vida virtuosa del P. Pío, nuevo Cristo cargado con la cruz, la Orden capuchina deseó que la Iglesia examinase su vida y virtudes, con el fin de presentarle al mundo 382
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