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Los superiores capuchinos Nos limitaremos a los juicios sobre el P. Pío emitidos después de su muerte. En la carta de pésame enviada al administrador apostólico de la provincia capuchina de Foggia, apenas sabida la noticia de la muerte del P. Pío, el superior general, Clementino .de Vlissingen, después de expresar "el gran dolor por tan grave pérdida", añade: "Nos sirve de consuelo el pensamiento de que nuestra Orden puede contar en el cielo con un protector más entre la numerosa pléyade de sus miembros, porque el P. Pío, que fue religioso ejemplar y celoso sacerdote en el sagrado minis– terio, al que acudieron tantas almas menesterosas de serenidad y de aliento, no dejará de hacer sentir su presencia espiritual para provecho y prosperidad de nuestra familia capuchina, él que du– rante su vida pidió siempre por esta intención". El P. Pascual Rywalski, superior general desde junio de 1970, habló oficialmente repetidas veces del P. Pío. La primera, el 23 de septiembre de 1970, en San Giovanni Rotondo. Presentó al gran capuchino dentro del contexto eclesial de nuestro tiempo. Le llamó "hombre de nuestro tiempo", cuya vida y actuación resultan no sólo "de palpitante actualidad, sino hasta precursoras de los nuevos tiempos, de los nuestros y de los que están para llegar", a los cuales ha dejado "un rico mensaje de salvación". Afirmó, expresando con ello el pensamiento de toda la Orden capuchina: "El P. Pío es una perla que, junto con otras muchas, brilla en el cielo de la santa Iglesia... Está más vivo que nunca. Con su mensaje, germinado al contacto con el Evangelio, vence al tiempo y al espacio. Su espíritu y su ejemplo significan para nosotros y para muchos la herencia preciosa que nos sostiene en medio de las dificultades de la vida, nos allana el camino de las virtudes, y nos une íntimamente a Dios y a los hombres". Otra vez, el superior general de los capuchinos fijó la atención sobre el P. Pío, el 25 de marzo de 1971, en la inauguración del monumental Viacrucis, al presentar la quinta estación. Aludió al "maravilloso ejemplo" dado por el P. Pío al llevar, como "otro Cireneo", la cruz de Jesús, ayudando y confortando a los herma– nos que sufren". El P. Donato de Welle, ya superior general en los años 1938- 1946, en un escrito del 3 de marzo de 1970, recuerda su primer 381
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