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"La figura del P. Pío es conocida en todo el mund,J. De todas partes acudían a él hombres creyentes y hombres escépticos, atraí– dos por la fama de sus virtudes ... El P. Pío ha consolado y ha llevado hasta Dios innumerables almas, ha reconciliaco con Dios a hombres alejados de la fe y de la vida cristiana, e incluso en ocasiones hostiles y enemigos de la religión. Su confesonario era un tribunal de misericordia y de firmeza. Hasta aquéllos que despedía sin darles la absolución, tenían, en su inmema mayoría, deseos de volver, de recobrar la paz y de encontrar comprensión. "La muerte del P. Pío ha causado pesar en todc el mundo. ¿Cuántos centenares y cientos de miles le vieron pasar hac(endo el bien, como retrato del Redentor? Es un pesar serenJ y tranqui– lo, yo diría que es más una emoción que una pena. porque su figura, brusca y amable, sigue presente y todos encuentran en él una llamada a una vida más fervorosa, al amor al p:-ójimo, a la sinceridad, a la oración". "Su figura ha sido, bajo muchos aspectos, un auténtico 'signo de los tiempos ' en la nueva cristiandad. El valor de :a fe y de la caridad ha encontrado en él un testimonio valioso y eficaz. El sufrimiento físico y el moral, un apóstol que, como Fablo, podía decir con verdad que llevaba en su cuerpo las señales de Jesucris– to. La iglesia de Dios ha tenido un ministro ejemplar, que hizo del confesonario la cátedra más alta y de mayor compromiso". "Fue médico de las almas como el cura de Ars, :::onsuelo de conciencias turbadas y desasosegadas, enérgico y tierno, de una paternidad vigorosa y firme, sin gestos acaramelados ni 'unción' de santo prefabricado. Pobre P. Pío... Tan deformadJ y falsifica– do por su mito, por obra y gracia de ciertos admiradores y defen– sores suyos, pero tan auténtica y sorprendentemente :rnmano: un San Francisco meridional, adusto en su inocencia guerrera, chis– toso, irónico, con frecuencia extrañado y casi aplastado por el secreto ardor que le quemaba por dentro, haciénd:::ile sangrar. Herido por los suyos, sospechoso para muchos, humillado, ins– trumentalizado, incluso acechado con perfidia como a los verda– deros santos, pero siempre inflexible en su fe". "El P.Pío, para quien llegaba hasta él, representaba en verdad al padre, la imagen del Padre perdida en la noche de los tiempos, del padre autoritario, prudente, persuasivo, indoblegable en su fe y en sus principios, guía seguro en un mundo más que nunca 376
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