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encuentran, para el piadoso oficio de amortajarle, cuatro capu– chinos -el superior, el P. Peregrino, el P. Rafael y el P. Maria– no- con el doctor Sala. Ante ellos está el cuerpo del estigmati– zado. Las manos, los pies, el costado ya no muestran las heridas. Completamente curadas, ni siquiera hay señal de cicatrices. Unas vistas fotográficas , tomadas por el P. Santiago de Montemarano, sirven de documento de la desaparición de las llagas. El superior, P. Carmelo, anota: "La noche del 23 de septiem– bre de 1968, al cumplir con el cuerpo exánime los piadosos oficios que se hacen a todos los muertos, de la mano izquierda del padre se desprendió una pequeña película blanca, último residuo de toda la sangre vertida y de los tejidos musculares que durante cincuenta años estuvieron consumidos y destruidos. Otra película blanca, mucho mayor, se le había caído de las manos en la sacris– tía, la mañana del día anterior -22 de septiembre- en el mo– mento en que el P. Pío se aflojaba los medios guantes antes de celebrar la santa misa". El P. Peregrino, que fue repetidas veces testigo ocular de las llagas del P. Pío, recuerda cómo desaparecieron poco a poco: "En los tres últimos años de su vida, que le tuve de vecino, pude observar que de los pies le desaparecieron progresivamente hasta los cardenales. Pero conservaba en los pies una sensibilidad ex– traordinaria, hasta el punto que me daba pánico cada vez que tenía que calzarle las sandalias. Bastaba pasarle un dedo débil– mente por el dorso de sus pies para producirle un dolor que se traducía en seguida en una mueca de su cara... Cuatro o cinco meses antes del 23 de septiembre de 1968, las heridas, todavía abiertas.. . fueron disminuyendo poco a poco la cantidad de sangre... Los que asistíamos al padre, el P. Honorato, el P. Alejo y yo, pudimos darnos cuenta por los pañitos de que también en la llaga del costado ocurría el mismo fenómeno de disminución. Los pa– ñitos estaban menos impregnados de sangre. El 22 de septiembre de 1968, mientras el P. Pío celebraba su última misa, cayeron de sus manos dos escamas casi completa– mente blancas. La mañana del 23 , mientras el doctor Sala y yo preparábamos su cuerpo exánime, cayó de su mano izquierda la última escama. Fue entonces.. . cuando nos dimos cuenta de que 368

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