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go. Pero los ángeles del Señor asistirían al duelo "para aplaudir por la derrota de satanás". Es ésta la visión que vuelve a Francisco generoso y fuerte para dar el último adiós al mundo. El 3 de enero recibe del alcalde un certificado de su "buena conducta moral y cívica". El 5 de enero la curia arzobispal de Benevento le firma las testimoniales. La separación se presenta cada día más dolorosa. Lo recordará el P. Pío en una carta a su director el P. Benito, desvelando así su corazón humano, noble y frágil: "Pero no se piense que esta alma no tuviese nada que sufrir en su parte inferior al separarse de los suyos, a los cuales se sentía fuertemente unida. Le parecía que se le dislocaban los huesos en este adiós y este dolor lo sentía con tal viveza que estaba a punto de desvanecerse. Al acercarse el día de la partida, el desgarro se iba haciendomayor". En la noche entre el 5 y el 6 de enero -la última pasada con sus seres queridos- Francisco ve en una visión y oye a Jesús y a su Madre que le animan y le aseguran que sienten predilección por él. Hemos llegado al día 6, el de la partida. Fiesta de la Epifanía. Después de la misa, que ayudó en la iglesia parroquial muy de mañana, los abrazos al hermano, a las hermanas, al tío Peregrino, a todos los familiares y a algún vencino de la casa. Puesto de rodillas, pide y recibe la bendición de la madre. Encariñado como estaba de ella, siente una inmensa tristeza al dejarla. Sin embargo, no derrama "ni una sola lágrima en la dolorosa separación, a pesar del doloroso martirio" que le desgarra "el cuerpo y el alma". Oye las palabras de una madre valiente: -Hijo mío, en este momento no pienses en el dolor de tu madre. Debes partir. Vete. Más adelante el P. Pío recordará, con los ojos llenos de lágri– mas, el dolor de la separación y las valerosas palabras de la madre al despedirle. "Me doy cuenta de todo lo que sufrió mi madre. Recuerdo que la mañana en que debía marchar, mi madre me dijo: Hijo mío, se me parte el corazón, pero San Francisco te llama y debes irte". Francisco, llevando en el corazón a su madre y parientes, en los ojos la casuca vieja y todo el pueblo de Pietrelcina, parte para 38

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