BCCCAP00000000000000000000448

y triunfó del personaje horrible. Este, obligado a huir, se ocultó detrás de "aquella gran multitud de hombres de temible aspecto... entre aullidos, imprecaciones y gritos que volvían a uno loco". La otra muchedumbre de hombres "de hermoso aspecto" lanzó "vo– ces de aplauso y de alabanzas" hacia aquél que había asistido al pobre Francisco "en batalla tan dura". El personaje "más resplandeciente y luminoso que el sol'' co– locó sobre la cabeza del Forgione victorioso "una corona de muy rara belleza, que en vano intentaría describir". Corona que inme– diatamente le quitó el personaje bueno, el cual añadió: "Te tengo reservada una mucho más hermosa si sabes luchar con aquel personaje con el que acabas de medir tus fuerzas. El volverá siempre al asalto...; combate como bueno y no dudes de mi ayu- da... Que no te amedrente ni su insistencia ni su horrible presen- cia...; estaré siempre a tu lado, te ayudaré, a fin de que consigas siempre abatirlo': Con esta llamada a guerrear y con la seguridad de la victoria, la visión se desvaneció. Francisco quedó con la convicción de que su misma vida consagrada a Dios sería una lucha constante con el maligno. Estaba entrenado desde los años de la infancia. El año de gracia de 1903 Despunta el año 1903. Para Francisco va a ser de verdad el año de gracia, el año de la elección irrevocable. Para acabar de decidirle intervino otra visión, como el regalo de Reyes del Se– ñor. En el día de la Circuncisión, mientras habla con Jesús después de la comunión, Francisco queda revestido instantáneamente de una luz interior sobrenatural. El P. Pío la llama "una visión puramente intelectual". Comprende el significado de la visión precedente, que sintetiza en pocas palabras: "su entrada en reli– gión para dedicarse al servicio del Rey celestial no era otra cosa que exponerse a luchar con aquel misterioso hombre del infierno con el que había mantenido batalla en la visión anterior". El consagrarse a Dios equivalía a enfrentarse en lucha con el enemi- 37