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Estuvo en Pompeya en 1901, con algunos compañeros de la escuela, y anunció que había ido el 3 de enero de 1917, en uno de los permisos del servicio militar. Desde I912 hizo novenas y más novenas a su querida Virgen de Pompeya, para obtener la gracia de volver al convento. En enero de 1915 escribía, presentando a la Virgen como informada de sus pruebas: "Dios y mi queridísima Madre de Pompeya, a la que he hecho novena tras novena, desde hace más de tres años, saben todo lo que yo he hecho para ser atendido en una prueba tan dura. Sólo ellos me comprenden y son testigos del dolor que me aprieta y me oprime el corazón". También a su director espiritual, el P. Agustín, pedía novenas y rosarios en honor de la Virgen de Pompeya por la gracia que tanto le interesa. , A las hermanas Cerase, de Nápoles -que le habían regalado el cuadro de su "hermosa Virgen"- lo mismo que a otras almas, pidió que comenzaran por él "inmediatamente las tres novenas de la Virgen de Pompeya, con el rezo diario de los quince misterios del rosario". Ya antes les había suplicado: "Rezad y, me atrevería a decir, importunad santamente al Corazón divino y a la Virgen Santísima de Pompeya"·. Unos días antes de morir tendrá un gesto de exquisita delica– deza hacia la Virgen de Pompeya. El 19 de septiembre de 1968 le presentaron un ramillete de rosas, como recuerdo de sus cincuenta años de estigmatizado. Con su mano herida saca del ramillete una rosa y se la entrega a uno de sus hijos espirituales, para que la colocase ante la imagen de la Virgen del Rosario, de Pompeya. El P. Pío no fue nunca a Loreto, pero tuvo una gran devoción a la santa Casa. Un dirigido suyo le preguntó un día si la Casa de Loreto era realmente aquella en que se realizó el misterio de la Encarnación en el seno de la Inmaculada.Dejando de lado lo que puedan decir las investigaciones científicas, se limitó a decir: -Si entrase, aunque sólo fuera un instante, en aquella Casa, me moriría de emoción. Tampoco viajó a Lourdes. Y le hubiera gustado encontrarse con la Blanca Señora de la Gruta. El P. Pío, desde Pietrelcina, escribió el 28 de julio de 1914 a Rafaelina Cerase, que tenía proyectada una peregrinación a Lourdes: "También yo llevo años soñando con hacer esa visita, pero me parece que todo quedará en un piadoso deseo". La animaba a que no dejase escapar "esa hermosísima ocasión": "Sí, os lo pido, id a visitar a la Blanca 344
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