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le soltó de repente: -Haz lo que tengas que hacer y vete en seguida. En contra de las intenciones de fray Modesto, que pensaba deternerse algunos días, el padre insistió: -Tienes que irte. Yexplicó el porqué: -Tienes que marcharte en seguida. ¿No sabes lo que es mañana? Mañana es la fiesta de nuestra Virgen. Oh, si también yo pudiera ir. La Virgen, a la que había aprendido a amar en la iglesia del pueblo natal y que conservaba en una imagen, se le presentó para alentarle en los días de oscuridad. El P. Agustín nos informa de que, en Venafro, en noviembre de 191 1, durante aquella misterio– sa permanencia en Pietrelcina, el joven sacerdote, P. Pío, después de unas tentaciones pavorosas, gozaba de "numerosos éxtasis, en los que de ordinario se le aparecían ... Jesús, la Virgen, el Angel de la guarda". El P. Agustín nos relata los coloquios, del 20 de noviembre al 3 de diciembre, en los cuales -con el afectuoso estilo del amante meridional- el P. Pío repite muchas veces los apelativos: "Madrecita, Madre mía, aquella Señora, tu Madre, Madrecita querida". En el éxtasis del 29 de diciembre llega a decirle: "Oye, Madre– cita... , yo te quiero mucho, más que a todas las criaturas del cielo y de la tierra... después de Jesús, se entiende... , pero te quiero mucho". En el del 3 de diciembre le habló así: "Eres hermosa, Madre mía... Me glorío de tener una Madrecita tan espléndida". · En otro éxtasis lo repitió: "Sí, eres hermosa... Si no fuese por la fe, los hombres te llamarían Diosa... tus ojos brillan más que el sol... eres hermosa, Madrecita, me enorgullezco de ello, te amo .. . ayúdame". Que la Virgen -verdadera auxiliadora- acudiese a ayudarle, lo atestigua el mismo P. Pío en no pocas cartas a sus directores espirituales. Desde Pietrelcina, el 26 de mayo de 191 O: "Sólo siento... no poseer medios suficientes para mostrarme agradecido a nuestra hermosa Virgen María, por cuya intercesión no dudo en absoluto haber recibido mucha fuerza de parte del Señor para soportar con verdadera resignación tantos padecimientos a los cuales me he visto sometido día tras día... Y esta fuerza no creo que me venga del mundo". Desde Pietrelcina, el 2 de junio de 1911: "Nuestro común enemigo sigue haciéndome la guerra y hasta la fecha no ha dado 340
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