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16 LAS DOS MADRES "Madrecita... te quiero mucho" El verdadero retrato del P. Pío resultaría incompleto si no se · pusiese de relieve -como lo tuvo en su vida- su espiritualidad mariana. En su larga vida de octogenario aparece siempre, como una filigrana, la figura de la Virgen, que pasa a un primer plano en los momentos más difíciles. Es un amor que nació allá en Pietrelcina, y brilló hasta el ocaso terrenal del P. Pío en San Giovanni Rotondo. Gran parte del secreto del P. Pío queda iluminado por la Virgen, a la que tiene presente en los años de la infancia como a Madre tranqui– lizadora, y en las horas más oscuras de la vida como su aliada en el combate. El recién nacido Francisco Forgione se hace cristiano al recibir el bautismo en la iglesia de Santa Ana, en Pietrelcina, bajo el título de Santa María de los Angeles. El octogenario P. Pío cierra para siempre sus ojos a pocos metros de la iglesia de San Giovan– ni Rotondo, bajo el título de Santa María de las Gracias. Una trayectoria decididamente mariana. En la iglesia-madre de Pietrelcina se venera la Virgen de la Libera, patrona del pueblo. El amor a esta Virgen fue uno de los que se instalaron, ya desde los primeros años, en el corazón del niño Forgione, y que se prolongó durante toda la vida, iluminán– dola de ternura. Hacia los años cincuenta, la víspera del primer domingo de agosto, llegó al convento de San Giovanni Rotondo, desde Pie– trelcina, el capuchino fray Modesto Fucci, a procurarse algunas planchas de mármol para la iglesia de los capuchinos. El P. Pío 339
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