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cisco. De este modo Jesucristo será glorificado en él. Siempre lo ha sido, pero hoy sobre todo es la Orden Tercera un medio, gracias al cual, la humanidad pueda volver a la luz de la fe, a los sanos principios de la moral cristiana... Nuestro pueblo, al que tanto hemos de amar, recibirá del cielo las mejores bendiciones, si proseguimos con fervor en la obra comenzada. Pero se necesita una propaganda bien organizada y constante, dando a conocer la finalidad noble y santa, cual es la santificación de la propia alma, la reforma de la sociedad y de la familia". Tenemos que decir que los escritos del P. Pío, aunque a veces hagan alusión a San Francisco, no se propusieron trazar normas de espiritualidad franciscana. Su franciscanismo es más una ex– periencia que un planteamiento reflejo. Además esa experiencia espiritual es experiencia mística. Esto lleva consigo la superación de una concreta espiritualidad, de una determinada escuela como, por ejemplo, en el P. Pío, la franciscana. El, lo mismo que los otros místicos, por la llamada y la acción de Dios, posee una experiencia personal, única, irrepetible, siempre nueva, caminan– do en el tiempo y abierta a nuevos enriquecimientos, aunque con matiz franciscano. El P. Pío, hijo deseoso de seguir al seráfico Padre, nos dejó su autorretrato en una carta a Nina Campanile, en noviembre de 1922: "Pídele a Jesús por mí, que me conceda la gracia de ser un hijo menos indigno de San Francisco, que pueda servir de ejemplo a mis hermanos, de tal modo que el fervor se mantenga siempre y se acreciente en mí, hasta hacer de mí un perfecto capuchino". La difícil virtud de la humildad A ejemplo de San Francisco, el P. Pío se propuso practicar las más hermosas virtudes, sobre todo las más difíciles, como la de la humildad. La del P. Pío llegaba a darle el convencimiento de que era un pecador, el peor de todos, repugnante hasta para sí mismo, indig– no de llevar el hábito de San Francisco. A una persona que alababa su bondad le confesó: -No sé cómo este hábito de San Francisco que llevo encima no escapa de mí. 332

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