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Un día se habló de un pobre hombre (el P. Pío estaba a punto de irse), _que se quedó maravillado al ver que un animalito muy pequeño se movía sobre dos, diez, cien, mil patitas. Maravilla que le llevó a exclamar: "Oh Señor, a este animalito de apenas unos centímetros le habéis dado mil pies, y a mí, tan grueso, me habéis dado sólo dos que no me sirven". Terminado el relato, el P. Pío se fue, después de haber pedido excusa: Tengo que mar– char, porque no me tengo. Incluso se permitía bromas sobre sus llagas. Al que le pregun– taba por ellas le daba una respuesta que no admitía réplica: Estáte tranquilo, que no es cosa del diablo. Además de agudeza y humorismo, algunas de sus salidas re– velaban intuiciones profundas, sereno equilibrio, deseo de ense– ñar, golpes de filosofía. Por ejemplo, al actor cómico Carlos Campanini, que le preguntaba cómo podía ser su hijo espiritual si después, por la tarde, tenía que hacer de bufón en el escenario, el padre le respondió, entre bromas y veras: Hijo mío, en este mundo cada uno hace el bufón lo mejor que puede en el puesto en el que le ha colocado el Señor. Le dijeron que le consideraban "demasiado de derechas". El padre soltó una carcajada y añadió: Pero qué derecha ni izquier– da. El mundo va hacia delante. A nosotros nos toca procurar que marche bien, sin olvidar que aquí estamos de paso. De cuando en cuando en la misma correspondencia epistolar se muestra burlón. Al P. Basilio, filósofo, el P. Pío le escribió: "Es propio de los filósofos hablar mucho y sentir poco. La filo– sofía raramente ha creado verdaderos amadores, y no me engaño si digo que, en general, los apasionados por la filosofía no serán nunca ascetas y mucho menos místicos. ¿Me equivoco? Júzgalo tú con la agudeza de tu mente, y si yerro no me acuses de ello cuando tengas que iniciar los procesos de beatificación y canoni– zación". Y en otra ocasión, escribiendo al mismo padre: "El único placer que puedes proporcionarme durante tu ausencia es el de haberte confiado al P. Pío, el cual, a fuerza de consejos y de oraciones especialísimas, podrá convertir tu ánimo protervo. Ysi se consigue esa gracia, entonces creeré que el P. Pío es digno del honor de los altares... Te deseo una verdadera conversión en el día de tu santo y muchas felicidades". Humorismo y chanzas brotaban de la constante y serena co- 325

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