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El P. Pío bajó a verla el uno de enero. Estuvo a su cabecera desde la una y media hasta media noche, rodeándola de afecto y preparándola para el viaje definitivo. Francisco Morcaldi, testigo ocular, recuerda acerca del P. Pío: "Nada más dulce que su son– risa y sus oraciones a la cabecera de la madre; nada más tierno que la prisa por prestarle algún alivio". El P. Pío, el que sabía pedir y obtener para otros la curación, pedía que, tratándose de su madre, se cumpliese la voluntad de Dios. Volvió a verla la mañana del 2 de enero y la encontró graví– sima. El P. Rafael le administró los últimos sacramentos. La señora Josefa murió en la mañana del 3 de enero de 1929, a las seis y cuarto. Contaba 70 años. María Pompilio, que estaba pre– sente, describe al hijo al lado de su madre: dándose cuenta de que iba a morir, el P. Pío "la besa en la frente , da un fuerte sollozo y medio desvanecido le sacan de allí dos médicos". Acostado en una cama, en una habitación contigua, el P. Pío se echó a llorar. "Era un llanto fuera de lo ordinario, desgarrador. Sus lágrimas empaparon varios pañuelos y hacía llorar a los presentes con su llanto doloroso y con sus expresiones: 'Madre mía, madre mía bonita"'. El día siguiente la señora Pepa, con el hábito de terciaria franciscana, fue enterrada en el cementerio de San Giovanni Ro– tondo. El P. Pío, transido de dolor, vio el último viaje de la madre desde una ventana de la casa de María Pyle, en la que tuvo que pasar la noche, falto de fuerzas y en gran postración por la pérdida de la persona a la que más quería. Francisco Morcaldi recuerda: "El sufrimiento del P. Pío fue atroz... No creían que iba a sufrir tanto. A veces daba la impre– sión de que se venía abajo toda su fortaleza, y seguía abatido sobre el lecho, llorando y lamentándose como un niño días ente– ros , llamando con una infinita ternura: 'Madre mía, madre mía'. Cuando, de vuelta del cementerio, volví al cuarto donde había muerto la madre, encontré al P. Pío tendido en la cama, en un estado que daba lástima". Y a los que le preguntaban por qué lloraba de una forma tan desgarradora, contestaba: -Son las mías lágrimas de amor, solamente de amor. La relación bimestral, fechada el 14 de marzo de 1929, descri– be el funeral de la madre como "un verdadero triunfo de afecto, de oraciones, de flores". Y añade: "El P. Pío, que por naturaleza es sensibilísimo , antes que la madre exhalase el último suspiro, 11 305
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