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No quería sacerdotes. Desde hacía 30 años había abandonado la iglesia y la confesión. Después de haber rezado mucho sus amigos y parientes para que se confesase, Ricciardi aceptó, con la condición de que le confesase el fraile de las llagas. "El superior del convento, muy ponderado, tuvo a bien condescender y él mismo acompañó al P. Pío a la casa de dicho doctor. Este se confesó con señales de verdadero dolor y recibió también los otros sacramentos". El 7 de septiembre de 1933, Carlos Lusardi, de Módena, iba de Pescara a San Giovanni Rotondo. Lo hacía empujado por "una voz misteriosa", y más que todo por un pasado turbulento. Había nacido en Bolonia, de padres que no practicaban la religión. De niño vivió en Niza. Vuelto a Bolonia, a los 15 años había perdido la fe. En 1923 se había afiliado al partido comunis– ta, entonces fuera de la ley. En 1925 se había casado civilmente. Los negocios -estaba encargado de una casa editorial- mar– chaban a velas desplegadas. Compró dos fincas, una en Módena y otra en Pescara. Se había separado de su esposa y vivía con otra mUJef. En 1933. Un desastre económico le hundió moralmente y decidió suicidarse. Cuando se dirigía a la línea del ferrocarril con el fin de poner término a su vida, encontró al profesor Manelli, que volvía de San Giovanni Rotondo y que le habló del P. Pío. Lusardi sintió deseos de verle. Marchó inmediatamente. Durante el viaje fue poniendo por escrito la confesión general de su vida. La mañana siguiente, al fin de la misa, se acercó al P. Pío en la sacristía. Hizo ademán de besarle la mano, pero el padre la retiró, mirándole con severidad. Lusardi tuvo la sensación de que el padre conocía toda su vida. Quiso encontrarse con el padre por la tarde, esperando que terminase su oración en el coro. En aquel momento una profunda crisis le produjo un llanto desesperado. Al presentarse al P. Pío, consiguió decirle: - Padre, so y un pobre desgraciado. Tenga compasión de mí. El padre se limitó a contestar: Dime, hijo. De rodillas, Lisardi le descubrió toda su vida. Luego oyó que le decía: -Cásate por la Iglesia, pon en orden tus cosas y vuelve en seguida. Ahora vete y que Dios te bendiga. "Esta fue , en síntesis, la historia de mi conversión de marxista en católico practicante". 302
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