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El Card. Lercaro: "Recuerdo mi primer encuentro con él... Le encontré en el coro de la vieja iglesia de las Gracias, en su lugar de oración... Me pareció que era así como tenía que encontrarle". Don Juan Rossi: "Oraba y sufría siempre ... En abril de 1967... fui en su busca a San Giovanni Rotondo .. . Le encontré, en aquel nublado atardecer del 26 de abril, en una terraza cubierta. Estaba sentado y rezaba el rosario". El P. Antonio Gallo: "El P. Pío ... es la demostración viviente de lo que se escribió muchos años antes: "La santidad es la mirada del alma absorta totalmente en Dios". Estaba poseído de Dios, vivía las cosas divinas... La pasión de Cristo fue para él, como para San Francisco, motivo continuo de meditación y de sufri– miento... De San Francisco se escribió que era una oración vi– viente. Del P. Pío se puede repetir lo mismo: estaba de continuo en oración. De ella brotaba aquella serenidad, aquella paz interior que contagiaba a los que se le acercaban". Don Juan Carlos Setti: "Siempre me pareció que estaba de continuo absorto en la oración". El P. Domingo Mondrone: "Fue de una altísima unión con Dios. Lo considero como uno de los mayores místicos de nuestros días. Modelo excepcional de devoción al misterio eucarístico y a la Pasión, logró que su misa fuera el centro de atracción de las almas llegadas a San Giovanni Rotondo. Devotísimo de la Vir– gen, la honraba diariamente con el rezo de incontables rosarios: horas interminables ante el sacramento del altar y rezando el rosario". Una tarde, Mons. Pablo Carta, entonces obispo de Foggia, junto con Mons. Antonio Angioni, obispo auxiliar de Pisa, desde la tribuna de la iglesia de Santa María de las Gracias, aunque no veían al P. Pío, le oyeron rezar una oración a la Virgen. El pri– mero hizo este comentario: "Qué bien rezaba el P. Pío . Se notaba que lo hacía con todo el corazón, con toda el alma... El P. Pío ponderaba cada palabra y lo hacía con un acento tal, que nos conmovió a todos, hasta hacernos llorar". 283