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Es éste un compendio de los diversos grados de (?ración, re– dactado no por un especialista en estudios místicos, sino por uno que los vivió. El P. Pío tiene experiencia de la oración que se transforma en éxtasis, acompañado de locuciones sobrenaturales, revelaciones, visiones espirituales e imaginarias. Las manifestaciones puramen– te sobrenaturales, como puede serlo un atributo de Dios, son inefables. Las manifestaciones del Señor en forma humana pue– den relatarse, pero es preferible callarlas. Nuevo Moisés sobre la montaña Lo mismo que su vida, así su oración es por los otros, más por los otros que por sí mismo. Así lo manifiesta al P. Agustín, desde Pietrelcina, el 28 de noviembre de 1913: que les diga a las almas que las ha encomen– dado, que no se olvida de encomendarlas "constantemente" al Señor: "Rezo más por ellas que por mí". Y da la razón: "Es por mi indignidad, que me retrae de pedir más gracias, dado que cada día lo merezco menos, a medida que crecen los favores del cielo". Yel 16 de febrero de 1915 le dice al P. Agustín: "Si la oración por los demás no incluyese también la oración por uno mismo, cier– tamente que la más olvidada sería mi alma, y esto no porque no se reconozca necesitada de la ayuda divina, sino porque le faltaría materialmente tiempo para presentar al Señor sus propias nece– sidades. Esto parece imposible, y sin embargo es lo que me sucede de ordinario". Hay que hacer hincapié en su oración de propiciación. El padre se describe a sí mismo en una carta del 8 de septiembre de 1913, como hombre que en todo momento va "a mendigar y a pedir siempre favores a las puertas de la divina misericordia". Alude a la paciencia de Dios que, tantas veces, "ha tenido que soportar lo importuno que es este ser mezquino". La ayuda a los otros la siente como "una fiebre", que le va consumiendo lenta– mente. Yexclama en un desahogo: "Cuántas ofensas recibe Jesús de los hombres. Se me hiela la sangre al pensar en tanto amor de Jesús mal correspondido ... Cuántas veces levanto la voz al Padre 278