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- pagasen o no- ofrecía, en la misma medida, alojamiento , co– mida, asistencia médico-hospitalaria, debiendo pagar al salir. El P. Pío sabía que todo procedía de la caridaj. Por eso quería que todo se devolviese a la caridad y con caridaj. Inclinar– se sobre los dolores del hermano enfermo - el comp::>rtamiento de médicos y enfermeros- debía quedar vivificado p:>r el amor. Una dedicación en cuerpo y alma. No debía convertirse en un empleo. La Casa debía serlo, no por estar construida en piedra, sino por el estilo que la animaba. Había de ser algo que vivía y actuaba movido por la caridad. Con este espíritu se quiso demoler el monte negn:zco y lleno de malezas que dominaba la Casa. El doctor Sanguinetti casi lo pintó de verde, cuando dirigía la plantación de más de diez mil árboles, preferentemente pinos. Se quiso dar a los muros un color tranquilo, revistiéndolos de lanchas de piedra de T:-ani, de un rosa pálido. Se revistió el interior de láminas de mármol, de distintos colores. Se pretendió suavizar la apariencia de hospital, disimulando el ambiente severo con salitas pequeña~, capaces a lo sumo de seis camas, con colores delicados, con mucha luz, con la alegría de las flores. Se quiso dotar a aquella mole inmensa de todas las instalaciones que le asegurasen una absoluta indepen– dencia funcional. Se colocaron terrazas, salas de esta:-, jardines. Todo ello respondía al deseo del P. Pío, el cual contestó a quien le hizo observar que la Casa tenía demasido lujo y dema– siadas comodidades: ¿ Demasiado lujosa?... Si me fuera posible la haría de oro, porque quien está enfermo es Jesucristo y todo lo que se haga por él es poco. Ya antes de la inauguración, el periódico la Cesa Sollievo della Sojferenza presentó la obra como "un ideal de amor", al escribir: "La Casa nació de un ideal de amor: con el fin de con– tribuir a aliviar los sufrimientos del hombre, bajo el signo de la caridad cristiana: la verdadera, la única caridad , que no conoce diferencias de casta o de partido, de religión o de raza, de nobleza o de riqueza. Quiere aunar al rico y al pobre, aboliendo toda odiosa división de trato. El pobre, el miserable, es un hermano nuestro; se le debe la máxima consideración. Es éste el principio que rige en la Casa. La caridad, en ella, se proecupará de modo especial del pobre, sin que se avergüence de su pobre;:a. Será una caridad dulce y fraterna, no una caridad humillante". Por este enfoque, todos , en la Casa, debían considerarse ser- 266
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