BCCCAP00000000000000000000448
En ella el amor a Dios deberá afianzarse en el alma del enfer– mo, mediante el amor a Jesús crucificado, que brotará de los que cuidan la enfermedad de su cuerpo y de su alma". Al cumplir los diez años -el 5 de mayo de 1966- el P. Pío indicó la finalidad caritativa de esta Casa "en la que cuerpos y almas de tantos hermanos, nuestros enfermos, son cu:-ados, gra– cias a la acción sacerdotal, sanitaria, espiritual y socia: de toda la organización hospitalaria". Nacida del amor a Cristo "que recibe como hecho a sí todo lo que hagamos por los hermanos que sufren", la Casa debía abrirse a los hermanos para restañar sus dolores físicos y monles. Sobre todo a los hermanos enfermos pobres. En éstos veía el padre doblemente a Jesús, por su pobreza y por su enfermedad . De numerosos documentos, escritos y declaraciones, se des– prende que el padre reservaba para los enfermos de todo el mun– do el ofrecimiento diario de sus oraciones, de sus sufrimientos, de su misa. Habiéndole pedido que dirigiese una palabra a los enfer– mos de Italia a través del pensamiento semanal de "Sorella Ra– dio", el padre contestó: Pido siempre por los enfermos y los mejores ánimos son los que nos vienen de la oración. Diga que más que hablarles, prefiero decirle a Dios cada día 1,01a palabra por ellos. Cada día rezaré un rosario por todos los e."ifermos de Italia. Como síntesis de su postura frente al sufrimiento es lo que escribió el 23 de octubre de 1921: "He trabajado, quiero trabajar. He _rezado, quiero seguir rezando. He estado en vela, lo seguiré estando. He llorado y quiero llorar siempre por mis hermanos de destierro". Además de estos ofrecimientos -suficientemente valiosos-, el P. Pío pensó y decidió ofrecer una Casa, un techo, al hermano que sufre, convencido de que alma y cuerpo enferman y sanan con frecuencia al mismo tiempo. La Casa sería para hospedar a los que sufren; la fe y la esperanza les ayudarían a sana ante todo espiritualmente, y la ciencia haría lo restante, según sus posibili– dades. El P. Pío tenía delante el ejemplo de San F:-ancisco, el cual reconocía que las enfermedades del cuerpo las da Dios para la salvación de las almas, y que, mientras lavaba al leproso, le movía a arrepentirse de sus pecados. Luego le curé completa– mente". El profesor Pablo White quedó admirado por la p:anificación 264
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz