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Del 10 al 14 de octubre de 1948, sufre de colitis, "aunque resignado. y alegre". En diciembre de 1948, el padre queda en cama tres días, "y los médicos no comprenden en absoluto lo que tiene". En enero y septiembre de 1949 tiene que guardar cama con dolores "por todo el cuerpo". 6 y 7 de noviembre de 1949: dolores fuertes en los conductos respiratorios. 7 y 8 de abril de 1950 -viernes y sábado santo-: dolores atroces, sobre todo en el brazo derecho, que le obligan a guardar cama. A finales de julio de 1951, un ataque de cólicos nefríticos, con dolores atroces. Pide los últimos sacramentos, pues cree que va a morir. En octubre de 1954 teme perder el oído, y en noviembre su estado general se está debilitando. "Las condiciones generales de su salud son un tanto alarmantes por su debilitamiento general". De nuevo sufre de cálculos renales del 22 al 26 de enero de 1958. En noviembre de 1958 sufre de una otitis dolorosa. Desde abril de 1959 "se siente mal físicamente". Los médicos diagnostican una pulmonía y, días más tarde, constatan una pleu– ritis, que obliga al padre a un reposo absoluto. Desde el 5 de mayo ni celebra ni confiesa. Desde la celda, gracias a la instala– ción de un micrófono, sigue las funciones que tienen lugar en la iglesia y transmite al pueblo algunos pensamientos espirituales y da los buenos días o las buenas noches. Encontrándose completamente curado de la pleuritis, gracias a la Virgen de Fátima (cuya imagen había llegado a San Giovan– ni Rotondo el 5 de agosto de 1959), sólo el 10 de agosto puede bajar a la nueva iglesia de Santa María de las Gracias a celebrar. Desde el 21 comienza otra vez las confesiones de hombres y mujeres. Un hombre que supo de dolor El último decenio de su vida será, para el estigmatizado P. Pío, una sucesión de recaídas. Estas denuncian que aquel or- 255

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