BCCCAP00000000000000000000447
nerviosismo y las preocupaciones tomaron mayor cuerpo en ella ante el futuro tan poco tranquilizador, y la angustia que sentía por la inseguridad personal hizo que fuera algo más comunicativa con las compañeras de Comunidad. Fruto de la angustia que la torturaba era la expresión que repetía muchas veces en comunidad: "Si llega el momento en que debo sufrir una muerte violenta, prefiero que los milicianos hagan la descarga por la espalda, sería horroroso que lo hicieran de cara". En los últimos meses, anteriores al martirio, se le acumularon a Sor Mª de San José los sufrimientos. El 22 de julio de 1936, cuando ya esta– ban en el piso de Francisco Silvela, la Madre ante el cariz tan negro que iban tomando las cosas de la calle, habló con toda claridad a las religiosas y las dijo que las que tuvieran familiares en Madrid o alguna persona que pudieran acogerlas, eran libres para marcharse. Nuestra biografiada y su hermana, Sor Mª de Guadalupe, como te– nían a sus familiares en Madrid se fueron a su casa, pero, a los pocos días, volvieron al piso donde estaba la comunidad y allí se quedaron hasta el martirio. Naturalmente, como lo sucedido era de tipo familiar y sobre todo en el caso de Sor Mª de San José no era amiga de contar sus cosas a nadie, no se comentó públicamente y no podemos tener certeza de lo sucedido, pero pienso que no es difícil imaginárselo. Todos sabemos cómo se perseguían en aquellos días a las familias de alguna nobleza o económicamente desahogadas, bastaba la sospecha de que pertenecie– ran a ese gremio para detenerles y "darles el paseo" . No es improbable que sus familiares cuando las dos hermanas se presentaron en el piso prevaleció en ellos el miedo sobre el cariño, sólo vieron en ellas un grave peligro para todos porque si tenían un registro y se encontraban a las re– ligiosas, con toda seguridad serían detenidos todos. El breve extracto biográfico que acabamos de hacer, pone de manifiesto un dato sumamente importante: Sor María Manuela de San José alcanzó en el monasterio una perfección envidiable, porque supo luchar con fortaleza y voluntad robusta contra las muchas cosas que la dificultaban el acoplamiento a la comunidad. Y cuando le llegó el momento de dar al Señor la prueba su– prema y más creíble de amor, estuvo a la altura espiritual. 85
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz