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El 11 de enero de 1920, Balbina fue admitida al noviciado. En la ceremonia en que vistió por primera vez el hábito de concepcionista, cambió el nombre de Balbina Manuela por el de Sor Mª Manuela de San José. Con este nombre nos referiremos a ella en adelante. Cum– plido el tiempo del noviciado canónico, nuestra biografiada se incor– poró a la comunidad de Concepcionistas el 12 de enero de 1921, por tres años, con la emisión de los votos temporales en manos de la Madre Sor Mª del Espíritu Santo. El 12 de enero de 1924, nuestra biografiada pronunció los votos perpetuos en presencia de la M. Mª de La Concepción y el P. Juan José Fernández, religioso franciscano. Ya lo insinuamos y se analizará con algo más de detención, nuestra biografiada tenía un carácter muy poco co– municativo, sin embargo, no tuvo problemas en las votaciones secretas de las religiosas sobre su aptitud para formar parte de la comunidad, lo cual dice mucho a favor de Sor Mª Manuela de San José, de su fuerza de voluntad e interés para adaptarse al estilo de vida del convento. Nuestra biografiada poseía un carácter notablemente introvertido, lo que los psicólogos llaman "fugitivos hacia adentro". Les cuesta todo lo que exija relacionarse con los demás y están en su salsa cuando nada ni nadie les obliga a salir de su mundo interior, ese mundo que ellos se fa– brican con su propios sueños, ilusiones e interpretaciones subjetivas de los acontecimientos. A esta manera de ser amiga, de vivir siempre metida en su concha, están aludiendo sus hermanas supervivientes cuando nos dicen: "Era un alma aislada de las criaturas y recogida en extremo, muy amante del silencio y que solo tenía contacto con las demás re– ligiosas en el coro, el comedor y las recreaciones, que en los años que vivieron con ella jamás la vieron hablar con alguna re– ligiosa fuera de las recreaciones y en los ratos de expansión ape– nas hablaba, lo más frecuente en ella era reírse modestamente". Conforme con su carácter notablemente introvertido está el compor– tamiento citado por alguna religiosa superviviente y al que ya hemos hecho alusión, que siendo Sor Mª de Guadalupe, hermana carnal suya, raras veces se las veía juntas; sólo, en contadas ocasiones, fue a la celda de su hermana y algunos de estos encuentros eran provocados por la M. Abadesa. 83
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