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"Pude observar -continúa Sor Corazón de María- que todo el día se lo pasaba en oración. Este clima en el que estaba siempre in– mersa, lo reflejaba en las conversaciones en las que de manera habitual y con toda naturalidad hacía recaer sobre el sentido sobrenatural de la vida, miraba todas las cosas siempre, desde una perspectiva de fe, Dios, la esperanza en la otra vida, el valor religioso del sufrimiento". De las numerosas anécdotas relacionadas con su vida espiritual, seleccionamos solamente algunas . Muchas veces las enfermeras la sor– prendían suspirando en voz alta por el día en que se uniría con el Señor para siempre, hablaba con Jesús a quien ofrecía diariamente su ser y su vivir doloroso. De las conversaciones con las religiosas en– fermeras estas sacaban la conclusión de que nuestra biografiada es– taba totalmente desarraigada de las apetencias e ilusiones de este mundo, esta actitud le permitía ver todas las cosas y sucesos, con mas pureza y verdad desde Dios y le ayudaba a mantener el ánimo y la serenidad interior. Hay otra anécdota más sorprendente y que se presta a varias lectu– ras. Según la costumbre de entonces entre las Concepcionistas, a las en– fermas se las llevaba la Sagrada. Comunión dos veces por semana, días festivos, fiestas de la Virgen, los Apóstoles y santos particulares por los que sentían especial devoción. Sor María de la Asunción bajaba a veces por su cuenta a la Iglesia para participar en la Eucaristía. Tales bajadas eran un continuo derramar lágrimas de dolor, con el agravante de que no se la podía ayudar, porque, solamente con tocarla era incrementar el sufrimiento. Después, la subida a la habitación era aún más dolorosa. Las enfermeras interpretaban esta ini– ciativa de nuestra enferma como sacrificio personal para quitarlas trabajo. Yo me inclino a pensar que había otros motivos más profundos, por ejemplo que a nuestra enferma le resultaba muy duro vivir sin la Euca– ristía, necesitaba fortalecerse del "pan de los fuertes" para mantener la confianza en el Señor, en medio de los dolores espantosos y daba por bien soportadas las bajadas y subidas, intensamente dolorosas, con tal de satisfacer esa necesidad de su alma que luego le permitía vivir con más paz el resto del día. Ambas interpretaciones son admisibles, heroicas y ejemplares. 70

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