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Carecemos de datos sobre la infancia y adolescencia de Eustaquia Monedero. Conociendo las costumbres de los pueblos castellanos de la época resulta relativamente fácil rehacer esas etapas de su vida. Desde los seis años a los catorce asistiría a la escuela unitaria del pue– blo, donde, a través del Silabario y el Catón, los textos universales de aquella época, consiguió los conocimientos básicos que luego le per– mitirían defenderse en la vida. Eustaquia tuvo luego ocasión de per– feccionarles en el convento. En cuanto a la piedad, seguiría el proceso religioso de todos los niños. Aprendería y practicaría las primeras oraciones ayudada por el in– terés, el amor y la paciencia de su madre. Entre siete y ocho años se pre– pararía para la Primera Comunión que haría, como todos los niños, en el mes de mayo, en torno a San Isidro. El Santo Rosario diario en casa o en la Iglesia con todo el pueblo y el Ejercicio de las Flores en el mes de mayo harían prender fuerte en su alma, naturalmente religiosa, la devo– ción a la Santísima Virgen. Ingreso en las Concepcionistas. El dato ya histórico es que nuestra biografiada en los primeros días de enero de 1889 solicitó la admisión en las Concepcionistas de San José que aún vivían como huéspedes en las Agustinas de la Concepción Jerónima. Para esta fecha , en que nuestra biografiada solicita el ingreso vivía ya en Madrid en la calle Puñoennrostro nº 1.(Contaba 25 años). Certifica su aptitud para la vida religiosa el párroco de San Justo y Pastor. Por él nos consta que Eustaquia era una jovencita de comportamiento intacha– ble y que en otras ocasiones había intentado ingresar en el monasterio, no nos dice por qué motivos no logró sus deseos. El 28 de febrero del mismo año hizo su ingreso. Como en el caso de Sor María del Pilar de los Desamparados, llama la atención que co– nociera la existencia de estas Concepcionistas que acababan de pasar del Beaterio de San José a la Orden de Santa Beatriz de Silva. Es posible que el párroco de San Justo y Pastor le ayudara a buscar la casa para consagrarse a Dios. La toma de hábito y principio del noviciado se produjo en los últimos días de agosto o primeros de septiembre de ese mismo año 1889, y en 1890 67
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