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2.- Sor María Pilar de los Dolores. En Pamplona, la bien trazada, suave y silen– ciosamente acariciada por el río Argala, que reza a San Fermín y en la que ningún visitante es extran– jero, abrió sus ojos a la vida en la tarde luminosa del 29 de abril de 1863, la que de concepcionista y mártir conocemos como Sor Mª Petra Pilar de los Desamparados. Por las venas de la graciosa niña no circulaba sangre navarra. Pedro Pairós, su padre, procedía de Nogaro (Francia) y su madre Benita Benito había nacido en Jaulín, en la planicie aragonesa, pero como tendremos ocasión de comprobar, Petra Pairos asimiló maravillosamente la psicolo– gía y el genio navarro. Dos días después del nacimiento (0l-VI-63) la niña recibió las aguas bautismales, administradas por D. Roberto lturbide, párroco de la Iglesia de San Juan Bautista (Pamplona). En el sacramento recibió los nombres de Petra Manuela Pairós Benito. No tenemos más datos sobre la infancia de Petra Manuela. Cuando llegó a los ocho años, después de una cuidadosa catequesis, recibió la Sda. Comunión y la Confirmación; esta última administrada por Monse– ñor Pedro Cirilo Uriz, obispo de Pamplona, el día 14 de septiembre de 1873 en la parroquia pamplonica de San Agustín. Actuó de madrina de Confirmación Dña. Fermína lsturiz. Los padres de nuestra biografiada debían estar en una situación eco– nómica bastante desahogada, ya que pudieron dar la carrera de maestra nacional a su hija, en una época en que eran contadas las adolescentes y jóvenes que estudiaban bachiller y luego seguían estudios hasta conse- 57

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