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"Puede afirmarse -dice otra religiosa- que en el sillón de la superiora no había una mujer celosa de su autoridad o preocu– pada de guardar distancias. La M. Carmen se convirtió para todas en la compañera, la hermana, la servidora espontánea con la que podían contar todas las religiosas para todo. No es ex– traño que desde el día que tomó posesión de su cargo, ancianas y jóvenes, vieran en ella a una verdadera madre y acudieran a su celda con total confianza de ser atendidas". Poseía un fino conocimiento de la psicología femenina de sus monjas, entre otras cosas sabía que todas conservaban y cultivaban gran amor y agradecimiento a su padres y familiares. Esta constatación la llevó a ser tam– bién extraordinariamente afable y servicial con las familias de sus religiosas. Siempre, pero de manera especial con motivo de la profesión religiosa, se desvivía para atender con cariño y solicitud a los padres y hermanos de la religiosa, y ayudaba a esta a confeccionar bonitos y originales obsequios que luego los familiares conservaban con especial cariño y veneración. En los recreos y fiestas de la Comunidad, se la veía especialmente alegre, tenía cierta facilidad y gracia para contar chistes y como ya ade– lantamos, tenía una bonita voz, cantaba y bailaba jotas a la Virgen del Pilar y daba orden a las encargadas de cocina y despensa que, en los días extraordinarios de fiesta religiosa, hubiera también algo extraordi– nario en la mesa. Quedaríamos, sin embargo, con una idea falsa de la persona de la M. Carmen, si pensáramos que por tener ese trato de tanta confianza y entrega con las religiosas era un superiora débil y permisiva que no lo– graba mantener la disciplina. Hemos dicho ya que, siendo maestra de novicias, jamás dejó un defecto sin corregir por debilidad o excesiva permisividad. Ese mismo comportamiento usó con las religiosas de la comunidad. Pero hay mu– chos modos de mantener la disciplina. Cuando tenía que corregir ciertos desvíos disciplinares ponía tal carga de ternura y comprensión en la forma de su corrección fraterna, que -como afirma una de las religiosas super– vivientes- "después de hacernos la corrección, presentaba la vir- 54
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