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En su tiempo no era fácil adquirir esta familiaridad y comprensión de la Palabra de Dios, las lecturas se hacían en latín tanto en el Oficio Divino como en la proclamación en la Eucaristía. Para unas religiosas que no ha– bían estudiado latín, fácilmente, tanto los salmos, como las lecturas y ora– ciones del Oficio Divino y la Misa, se reducían a recitar cosas que no comprendían. Y, por ello, difícilmente podían alimentar con ellas su vida es– piritual. Para paliar en parte esta dificultad, la M. Carmen tenía todos los días con sus novicias un tiempo dedicado a la liturgia, les daba algunas ideas sobre el contenido espiritual del Oficio y de la Eucaristía del día si– guiente. Sor Corazón de María nos dice que: "aunque la Madre no había estudiado latín, lo comprendía bastante bien. Lo más pro– bable es que se valiera de alguna de las pocas traducciones en castellano, tanto de la Biblia como del Misal". Hay otros capítulos en que la M. Carmen insistía con especial interés en la formación religiosa de sus novicias: el espíritu de mortificación, el cuidado y cariño por las plantas y las flores, la sencillez, humildad y la pobreza. No podemos detenernos en un desarrollo, aunque fuera abre– viado, porque alargaríamos excesivamente este esbozo biográfico. Superiora de la Comunidad. . En el capítulo electivo que celebró la comunidad de Sagasti en la primavera de 1935 fue elegida por unanimidad la M. Carmen superiora del monasterio. Este acontecimiento revela, en primer lugar, que las religiosas valoraban positivamente su labor con las novicias. Quizás no sea aventurado pensar que las monjas, al manifestar su confianza en sus dotes de gobierno, tuvieron en cuenta los tiempos difí– ciles que estaban viviendo y los presagios nada tranquilizadores para el futuro de la Iglesia y las Ordenes religiosas. Para afrontar los destinos de la comunidad en aquellos tiempos de futuro tan incierto -pensaron– nadie mejor que el temple suficientemente probado de la M. Carmen . También ella debió pensar en el tiempo difícil y posiblemente dra– mático reservado por la convulsa sociedad española a los religiosos. Como alma de Dios, de trato íntimo con Él, comprendió enseguida que el medio más eficaz para enfrentarse a posibles acontecimientos delicados 52
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