BCCCAP00000000000000000000447

Y a vivir en fraternidad. En tus manos, Madre, Y en presencia de mis hermanas, Hago a Dios voto, De vivir en obediencia, sin propio, en castidad, Y en clausura. Según la Orden de la Inmaculada Concepción. Terminada la ceremonia, esperaban a Sor María del Carmen las felicita– ciones cariñosas y fraternales de sus hermanas religiosas, los abrazos sabrosos y embriagadores de sus padres y numerosas felicitaciones de amistades de la casa. Los primeros años de Profesa. Sor María del Carmen, estaba ya oficialmente consagrada al Señor, aunque sólo fuera por tres años. Ella -podemos afirmarlo con certeza moral- vivía ya en su interior una consagración para toda la vida desde que entró en el monasterio. María del Carmen, profesa, centró sus esfuerzos fundamentalmente en la oración. Hubo de andar un largo proceso para ir desde su camino espiritual de los años adolescentes en Borja, con una piedad válida, pero reducida a determinados día y horas, a una vida interior que acapararía toda su persona y todo su tiempo. Al principio tuvo sus dificultades para hacer la meditación como todos los principiantes. Le resultaba muy difícil y en esto influía, tal vez, su carácter dinámico, sujetar a "la loca de la casa". Cuando iniciaba la meditación le asaltaban una tropa de imágenes inoportunas y enemigas del recogimiento y escucha del Espíritu Santo. Poco a poco a base de constancia y energía, logró mantener de manera habitual y continua la atención, en el tema de la meditación. Desde entonces y de manera gra– dual, empezó a ver al Señor como alguien que está con ella, al lado de ella, metido casi en sus entrañas. Como consecuencia de estas relaciones más vivas de la nueva pre– sencia de Cristo en los ratos de intimidad con él, empieza a sentirse insa– tisfecha de que su disfrute de la presencia de Jesús se limite a momentos fijados por la regla. Tenía la sensación de que la jornada estaba dividida para ella entre horas de oración y horas de trabajo. Esa constatación le 47

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz