BCCCAP00000000000000000000447
Pienso que esta ceremonia sencilla, pero cargada de simbolismo, impresionó profundamente a Sor Mª del Carmen. Su hábito de concep– cionista, le estaría recordando, a todas horas, que la vida, su corazón y su alma, debían ser blancos, puros, azules, y fecundos como el corazón y el alma de Nuestra Señora Inmaculada y Madre de Jesús. Cuando finalizó el noviciado, el año de prueba y de nuevo se reunió la Comunidad, para en votación secreta, pronunciarse sobre la aptitud de Isabel para su integración en la comunidad, todas las alubias fueron blancas, signo de la unanimidad en la opinión de las monjas sobre su fu– tura compañera. Todas la consideraban absolutamente apta para incorpo– rarse a la Comunidad. En la misma reunión se fijó el 9 de marzo de 1904 como fecha para celebrar la ceremonia de la profesión religiosa de Sor Mª del Carmen. Ese día, la pequeña capilla de las Concepcionistas de Sagasti resplan– decía rebosante de luz y de flores colocadas, con el gusto exquisito, como sólo saben hacerlo las religiosas. Minutos antes de iniciarse la Eucaristía, llevando a su derecha a la Superiora, rodeada de las religiosas y detrás el P. Capellán celebrante, Sor Mª del Carmen hizo su entrada en la Iglesia, vestida toda de blanco con una corona de azucenas en la cabeza, símbolo de la vida inmaculada que ofrecería al Señor en presencia de todo el pueblo. Su atuendo y la cere– monia de la que era protagonista realzaba la belleza juvenil de sus veintidós años. Cuando llegó el momento de entregarse toda a Jesucristo, visible– mente emocionada y con el corazón latiéndole con fuerza, Sor María del Carmen pronunció las palabras de su consagración personal con envidiable firmeza y decisión: Yo, Sor María del Carmen Lacaba Andía, A ejemplo y honra de la Inmaculada Concepción Libre y voluntariamente, Me consagro a Dios con todo mi ser, Y me comprometo a seguir a Cristo, Según la forma del Santo Evangelio, 46
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz