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cuerdo y la imaginación le llevaban a Borja, se veía en su casa, en la igle– sia, hablando con sus amigas, todos los rincones del pueblo habían ad– quirido de pronto para ella un atractivo nostálgico. Así vivió Isabel los primeros días en el convento. Es la experiencia amarga, que indefectiblemente afrontan los que se incorporan a la vida religiosa. Los primeros días se sienten tierra de nadie. Lo de dentro les resulta completamente extraño y lo que acaban de dejar les produce es– tados de nostalgia que se cuela en el corazón sin poderlo evitar. Estos días de morriña fueron poco a poco perdiendo fuerza. Le ayudó mucho su carácter dinámico y decidido. Desde el primer día se entregó a la oración y al trabajo con toda la energía y amor de su juven– tud. El esfuerzo por estar siempre ocupada no le dejaba mucho tiempo para soñar despierta y pronto desaparecieron los vuelos de la imagina– ción a Borja. Influyó también para su progresivo encaje en la vida con– ventual, el cariño y el trato delicado que le dispensaban las monjas. Fue familiarizándose con los usos y costumbres del convento y por su manera de ser, abierta, sencilla y habilidosa, empezó muy pronto a tratar con fa– miliaridad y confianza a las compañeras, sobre todo a las más jóvenes. En la proporción en que las monjas y el estilo de vida del convento fueron resultándole familiares, Isabel disfrutaba con más intensidad del gozo, la paz y la consagración a Dios de la vida religiosa. Disponía de seis meses para ambientarse, tomar un primer contacto con la vida religiosa y comprobar si podría con la vida de austeridad y de piedad en el Monasterio de San José de Sagasti. Todas las jóvenes que desean consagrarse a Dios en la vida religiosa contemplativa deben pasar por este preámbulo que, en terminología religiosa se llama, "pos– tulantado". Algunos días antes de cumplirse los seis meses de su estancia en el convento, Isabel fue sometida al criterio de las religiosas profesas sobre su idoneidad. Debían pronunciarse sobre dos cosas; si la que solicitaba el ingreso poseía las cualidades imprescindibles para encajar en la vida religiosa y también si habían observado en ella defectos graves que la contraindicaran para integrarse en la comunidad. 44

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