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una ciudad y no se puede tomar a broma su título, en los archivos del ayuntamiento está depositada la Real Ordenanza de Alfonso VI en que así se la declara. En tiempos del Rey Católico Fernando, Borja jugó un papel impor– tante en el Reino de Aragón. Luego y durante siglos se replegó sobre sí misma y se dedicó a cultivar sus tierras generosamente regadas por el río Huesa y a multiplicar los rebaños que pastaban en las faldas del Moncayo. Hoy, aunque tímidamente, empieza a desarrollar la industria con la que logra retener en casa a parte de su juventud. A nosotros, en esta ocasión, nos interesan más otros matices iden– tificadores de Borja. Fue y es una población eminentemente religiosa. En la actualidad tiene tres conventos de religiosas; Concepcionistas, MM. Clarisas y las Hnas. de la Caridad de Santa Ana. Pero en su pasado his– tórico -cuando Borja tenía más peso en el Reino de Aragón- llegó a tener, además de las casas religiosas actuales, conventos de capuchinos, Domi– nicos, Agustinos y Franciscanos menores. En esta población de tan profunda y tradicional raigambre reli– giosa, abrió los ojos a la vida, el 3 de noviembre de 1882, una preciosa niña, cuarto retoño del matrimonio de Juan Lacaba y María Andía, humildes borjanos, que se ganaban el pan para sí y sus seis hijos ha– ciendo trabajos para los demás. Al día siguiente, y fieles a la tradición de hacer cuanto antes cristia– nos a los hijos, la recién nacida recibió las aguas regeneradoras del Bau– tismo, administrado en la parroquia de San Bartolomé y por su párroco D. Juan Cruz Lamo. Se le impuso el nombre de Isabel y ofició de madrina Dña. Salvadora Almao Martínez. Llama la atención que en el acta del Bautismo no se nombre al padrino, parece que esa era la costumbre de que en el Bautismo actuase únicamente la madrina. En los documentos que hemos podido consultar consta que recibió el Sacramento de la Confirmación el día 15 de abril de 1890, adminis– trado por Mon. Juan Soldevila en cambio no disponemos de documento alguno donde se haya registrado la fecha de su Primera Comunión. Esta circunstancia nos hace pensar que como sucedía en muchas parroquias 38

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