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para tomar posesión del mismo. Las protagonistas de este primer acto de recuperación de su casa fueron Sor Corazón de María y Sor Mª del Rosario; acompañadas por D. Gerardo Barquero hermano de la última. El panorama con que se encontraron no podía ser más desolador y deprimente. Los rojos sólo habían respetado las paredes maestras y el techo; habían derribado todas las divisiones, tabiques y muros divisorios, el antiguo convento era un montón de escombros y de suciedad. Dejamos que Sor Mª del Rosario, una de las visitadoras de esta pri– mera hora, relate sus impresiones: "En lo más alto del destartalado monasterio ondeaba la bandera blanca, símbolo de la paz. Todavía lo ocupaban los rojos. Acto seguido tomamos posesión de él. Al pasar los umbrales de la clausura, mucho lloramos, se agrupaban tantas cosas en nuestra mente, nos sentíamos tan huérfanas. De las 18 religiosas que formábamos la antigua co– munidad sólo éramos dos en aquellos momentos; luego apare– cerían otras tres. Lo primero que visitamos fue el cementerio. Las religiosas que habíamos visto enterrar nos servían de consuelo, en este asilo de luz y de paz. Las sepulturas no habían sido profanadas, pero el cementerio fue utilizado como checa, encontramos va– rios instrumentos de suplicio. Después de hacer una oración, fuimos recorriendo todas las dependencias: la Iglesia y coro es– taban convertidos en taller de carpintería; habían tirado todos los tabiques de las celdas y estaban convertidas en grandes dor– mitorios; algunas fraguas y comedores; el refectorio en talleres de Cuerpo de Tren, con grandes maquinarias. En fin, el convento parecía cualquier cosas menos convento. Había un cañón, un tanque y lo que es ahora colegio estaba lleno de armamento, encontramos también varias bombas de mano, pistolas... En fin, daba miedo andar por todos los sitios. A esto se agregaba que estaba todo muy sucio". (IS) 32
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