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se hizo pasar por hermano de ella. Dijeron a la portera que querían lle– vársela a Valencia. La portera les confirmó que efectivamente esa mujer estaba sirviendo en el tercer piso de la casa. Quizás lo más importante de los datos que facilitó la portera es lo que añadió por su cuenta fruto de la observación. Parece que esta mujer había cogido ya cierta confianza con las dos religiosas y les dijo: "por el tiempo que emplearon en subir y bajar con ella, es casi se– guro que no la dejaran coger nada de sus cosas personales, cuando bajaron con ella al pasar por la portería no se despi– dieron, ni se lo permitieron a la mujer y se les veía visible– mente nerviosos, por eso yo pienso que lo de llevársela a Valencia nada, lo más probable o seguro es que la llevaban para darla el paseo". Esta versión de la muerte de M. María de San José respalda las in– vestigaciones que se han hecho, primero en el Archivo Histórico Nacional (Causa General) , donde no aparece su nombre, tampoco aparece en las listas de las religiosas que pasaron por la casa de las Hermanas de los Pobres de Valencia, donde el Gobierno del Frente Popular concentró a todas las religiosas que deportaba de Madrid a la Ciudad del Turia. En la larga lista de religiosas de casi todos los institutos religiosos, incluso alguna concepcionista, no aparece el nombre de Josefa ltoiz. Por la fecha en que parece fue asesinada -segunda quincena de oc– tubre- la M. María de San José fue una de tantos cientos de religiosos victimas de las bandas incontroladas de milicianos que se dedicaban a registrar los pisos, y a los religiosos que sorprendían, les daban muerte en las afueras de Madrid o junto a las tapias de los cementerios, sin dejar documentación alguna de los mismos. El caso de Sor Mª Asunción Pascual es más complicado. Proba– blemente, como parece que llegó la noticia a su Comunidad, vivió un pri– mer tiempo con la M. María de San José en la buhardilla de Lavapiés. Estos datos concuerdan con otros de distintas fuentes que hemos podido recoger, aunque adolecen de las mismas imprecisiones que la– mentamos en las informaciones de su compañera María de San José. Es muy probable que al separarse para buscar medios de vida, ella encontró 308

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