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de la Basílica de San Juan de Letrán otorgaron también al Beaterio, el 11 de julio del mismo año de 1666, la participación en los privilegios es– pirituales de su Iglesia-basílica. La Institución de la M. Antonia de Cristo Ocampo alcanzó su mayor florecimiento durante los siglos XVII hasta principios del XIX, coincidiendo con los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, años 1650-1808. En este tiempo contaba la comunidad con una media de 23 religiosas. En 1688, el Cardenal Luis de Portocarrero, arzobispo de Toledo, les concedió permiso para tener permanente el Santísimo en la Iglesia; y li– cencia para que los bienhechores del Beaterio pudieran ser enterrados en la iglesia y clausura. En 1838 son expulsadas del convento de Atocha y se dedica este a cuartel de Carabineros. Las religiosas se refugiaron en el convento de D. Juan de Alarcón. El seis de julio de 1848 aprovechando la restauración política de Fernando VII, recuperan el monasterio y algunos pagos atra– sados; pero el traslado a Atocha iba acompañado de un contencioso con el patrimonio nacional, perdieron el pleito y al final fueron también desa– lojadas en 1869, sin indemnización de ninguna clase. Se vieron obligadas a refugiarse en la Concepción Jerónima. Era este un monasterio que, al igual que el de la Concepción Francisca, debían su fundación a "La La– tina" como se conoce en la Historia de la Literatura a Beatriz Galindo. Las beatas de San José conservarían siempre un recuerdo agradecido de la hospitalidad fraterna de las religiosas Jerónimas, en cuyo monasterio permanecieron durante las gestiones que iniciaron para abrazar la Regla de las Concepcionistas Franciscanas; último capítulo de su existencia como Beatas de San José de la Penitencia. Quizás viendo con realismo su problemática supervivencia, reduci– das a una comunidad aislada y sin casa propia, el futuro tan incierto movió a las Beatas a decidirse por otro instituto religioso con más estabi– lidad. Pidieron al Papa Pío IX pasarse a una orden de votos solemnes. Cuenta los hechos con todo detalle de este paso y transformación del Real Beaterio de San José en monasterio de Concepcionistas Fran– ciscanas Descalzas de San José, la cronista Sor María Isabel de Jesús, secretaria, por muchos años, de la M. María de los Dolores y Pa– trocinio y testigo de los actos. 28
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