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cuales la Abadesa hace un recuento detallado al Sr. Intendente de Religiosas del Arzobispado cuando solicita la profesión so– lemne para nuestra biografiada: "hábito de oración, sencillez, cariñosa y servicial con sus compañeras y sumamente respe– tuosa con la Abadesa". Podemos también conocer algo de su vida de profesa de votos solemnes a través de los cargos y oficios que se le confían en los capí– tulos electivos. Hasta su abandono forzoso del monasterio en 1936, los superiores le confiaron cargos en que las relaciones personales eran elemento im– portante, donde era necesario un trato sencillo, fraterno, grandes dosis de paciente y comprensivo servicio. ASor María de la Asunción se le confío primero el oficio de enfermera. Una buena enfermera debe derrochar gran cariño hacía sus hermanas en– fermas, dinamismo y limpieza en la atención de las mismas y mucha pa– ciencia también para escuchar por enésima vez los relatos de sus enfermas y satisfacer sus pequeños caprichos. Estoy seguro que las religiosas enfermas del monasterio de Escalona se sentirían plenamente atendidas por Sor Asunción en todo y recordarían con añoranza su paso por la enfermería. Con treinta y seis años fue elegida para prestar sus servicios en el torno. El torno, es como la portería en las casas religiosas de vida activa. Y tres años después recibe el de la puerta. Podemos decir que bajo la res– ponsabilidad de nuestra biografiada estaban todos los accesos a la co– munidad desde el exterior. Normalmente estos dos puestos, al menos como primera responsable, en los monasterios de clausura, se confían a religiosas mayores, preferentemente que hayan sido superioras, porque son puestos delicados y de muchas responsabilidad. En la puerta y el torno hay que conjugar dos virtudes importantes: pru– dencia exquisita para ejercer un control de entradas y salidas en el monasterio, y en el torno ser razonablemente comunicativa, acogedora e interesarse por las necesidades y problemas, sobre todo de los pobres que pasan por el torno 295