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La cosa cambió notablemente desde la implantación de la ll Repú– blica, 14 de abril de 1931. Como ya insinuamos antes, en el ayuntamiento de Escalona, repre– sentantes de una población casi en su totalidad de labradores y jornale– ros, prendieron pronto y con fuerza las ideas antirreligiosas de los gobiernos de izquierdas. Desde la implantación en España del nuevo ré– gimen republicano, las religiosas empezaron a ser molestadas por las au– toridades municipales que se hacían eco de cualquier propaganda que las desacreditase ante el pueblo. Apenas declarada la República, les negaron la facultad de enterrar a las monjas que fallecían en el cementerio del monasterio. Se adujeron motivos sanitarios inexistentes. En 1933 difundieron en el pueblo, los par– tidos de izquierdas, amenazas de que iban a incendiar el monasterio. Con tensión y sobresaltos crecientes llegaron las monjas al 18 de julio de 1936. Desde que se supo la noticia de la sublevación militar con– tra el gobierno, el monasterio fue blanco de insultos, registros, amenazas de incendio, como relatamos en otra parte de estas notas, sobre las reli– giosas mártires de Escalona. Finalmente el 28 de julio de 1936, fueron intimadas a que abandonaran el convento, al que no volverían, y no todas, hasta después de finalizada la contienda bélica. Trataremos, con algo más de extensión, las peripecias vivi– das por la Comunidad, desde el día que estalló la Guerra Civil y se obligó a las monjas a abandonar el monasterio, cuando ha– blemos del martirio de las dos religiosas: M. María de San José y Sor Asunción Pascual Nieto. Ahora damos una breve biografía de ambas: Sor Mª de San José Ytóiz. La que conocemos de religiosa con el nombre de Sor Mª de San José, tuvo un origen humilde y muy parecido al de su hermana de comunidad y compañera de martirio Sor Asunción Pascual Nieto. 283
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