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venta y subasta las casas -monasterios y conventos- de todas aquellas órdenes religiosas, cuyas comunidades no rebasaran los doce miembros. Además, las casas eran licitadas con todos sus enseres y los religiosos de– bían abandonarlas en el mismo día de la publicación del decreto, sin de– recho a llevarse pertenencia de ninguna clase. Desde que caía sobre ellos el fallo del juez asignando casa al nuevo dueño, todo lo que había en la casa religiosa le pertenecía. En el convento de Escalona entonces no llegaban a doce las religio– sas que formaban la comunidad, por ello fueron víctimas de esta desamor– tización. En la primera comunicación al superintendente de religiosas del arzobispado de Toledo, la abadesa de las Concepcionistas de Escalona re– sume en pocas palabras la odisea de la exclaustración sufrida: "El año 1836, por la ley de supresión de las comunidades, esta comuni– dad en número de ocho religiosas, después de haber sufrido tres inventarios y despojadas de sus grandes riquezas, tuvieron que refugiarse en el convento de Torrijos de su misma Orden''. Las religiosas se vieron, por tanto, obligadas a abandonar el mo– nasterio, que habían habitado por espacio de tres siglos. Pudieron regre– sar al fin el 19 de febrero de 1854. Dicha abadesa da cuenta de su vuelta al monasterio con estas palabras: "A ruegos de Excelentísimo Duque de Frías, patrono del mismo, del Ayuntamiento y de los mayores contribuyentes de Escalona, por Real Orden, regresa– ron de nuevo a su propio y ruinoso, monasterio en número de cuatro religiosas el día 18 de febrero de 1854". Para entonces había ya desaparecido del gobierno Mendizábal y sus compañeros de comparsa, los liberales. En España había ya nueva Constitución apro– bada bajo el Gobierno de Fernando Fernández de Córdoba. ( 55 l Los años que van desde 1854 hasta 1931, no hubo ninguna acción contra las monjas en Escalona. Estas pudieron dedicarse exclusivamente a su régimen de vida conventual, sin preocuparse de lo que sucedía en el pueblo, pero en el ayuntamiento fue incubándose una ideología liberal con una gran carga de antipatía hacia las monjas, las presentaban como simpatizantes de la nobleza que las protegía. Este ambiente enrarecido ocasionó algunos momentos de tensión en las relaciones de las monjas con el Ayuntamiento de Escalona. Pero no hubo en este tiempo hostiga– miento alguno, abierto, al monasterio. 282
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