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Desde el principio adoptaron el hábito clásico de las beatas, túnica negra larga y velo a modo de toca también negro. Como la garantía de buen funcionamiento en comunidad lo exigía, se reunieron en capítulo y eligieron representante del grupo y coordinadora del mismo a Francisca de Santiago, que mantuvo el puesto hasta su muerte acaecida el 28 de noviembre de 1536. El Señor seguía bendiciendo la iniciativa de las cuatro jóvenes fun– dadoras, entre otras ingresaron también dos hijas de D. Diego López Pa– checo y su esposa Dña Juana Eniquez; la primera de las hijas, Francisca Pacheco ingresó en 1511; cuando entró tenía diecinueve años. La se– gunda, llamada Juana, lo hizo en 1518. El grupo de beatas contó siempre con la aprobación de D. Diego López, señor del Castillo y con su ayuda económica solventaban las prin– cipales necesidades. Entre otras, el traslado a otra casa más amplia para vivir mejor la observancia regular. Cuando la comunidad estaba ya razonablemente consolidada, las beatas tomaron la decisión de incorporarse a una orden religiosa con– templativa, en concreto se inclinaron por las Concepcionistas, dieron cuenta del acuerdo al Sr. Marqués y este se comprometió a construir el monasterio a sus expensas. Pidió y obtuvo de la Santa Sede los permisos oportunos para levantar en Escalona un monasterio de Concepcionistas dedicado a Ntra Señora de la Encarnación. Con el fin de que las beatas tuvieran conocimiento de las espiritua– lidad concepcionista y se habituaran a los usos y costumbres de esta Orden, de acuerdo con las beatas, el sr. Marqués pidió a las concepcio– nistas de Toledo una religiosa (otras fuentes hablan de una beata) que se desplazara a Escalona e iniciara a la comunidad de beatas en la Regla, estilo y costumbres de las religiosas concepcionista. "Las Historia de Fun– dación" lo cuenta así: "En este tiempo (1513) se tuvo una beata para que les mostrase las cosas que debían tener para servir a nuestro Señor, la cual se llamaba Inés de la Concepción, la cual por ser muy buena persona por ruegos del marqués la envió el Arzobispo y Cardenal de Toledo, don Fray Francisco Jiménez que vivía en este tiempo. Luego adelante después de diez meses se tornó a ir esta beata a la casa de donde había venido". 279
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