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lados por enormes sacrificios y la inmolación cruenta de sus propias vidas. Como afirma el Señor: nadie puede dar más por la persona que ama. Frente a la generosidad inmensa de las religiosas, resulta aún más ridículo y lamentable que los españoles de hoy, después de setenta años que nos separan de la Guerra Civil, aún sean incapaces de vaciar su alma del odio y el espíritu de revancha y mantengan las espadas en alto de las dos Españas. La verdadera y sólida construcción de la unidad y convi– vencia armónicas de todos los españoles sólo puede venir por el camino que anduvieron nuestras religiosas y todos los mártires de la Persecución Religiosa de 1936, el camino de la tolerancia, del amor, de la compren– sión y del perdón. Si los españoles siguiéramos su ejemplo, aunque fuera de lejos, gozaríamos ya de la convivencia armónica que todos deseamos. Pero aún nos falta. 1. - Mártires del Monasterio de San José Breve historia del Monasterio A este monasterio pertenecían diez de las catorce mártires concep– cionistas. Para situar con más precisión su gesta heroica conviene facilitar algunos datos sobre el monasterio apellidado de San José en recuerdo de su procedencia como veremos luego. Allí, rincón desconocido de casi todos los madrileños, vivieron su gozosa intimidad con Dios hasta el de– finitivo y forzoso abandono el 19 de julio de 1936. Las diez mártires, con las hermanas supervivientes, formaban la co– munidad del monasterio, ubicado en la calle Sagasti nº 19. En este sen– cillo y no muy antiguo inmueble de ladrillo tosco y de piso y planta baja, forjaron su gran personalidad religiosa y maduraron para la gran prueba de amor que les pediría el Señor. El monasterio se había inaugurado en 1890, de nueva planta. La comunidad tenía una media de edad relativamente baja; en los años in– mediatos a la guerra civil habían ingresado siete u ocho jóvenes. 26
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