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renuncias anteriores incluyen el abandono de toda ambición e interés personal, decir "no" a la propia instalación, a la familia , a toda forma de dominio y seguir con absoluta fidelidad la voluntad de El, de Dios. Completa el Señor la primera sarta de sus exigencias, con esta se– gunda "más difícil todavía": "Quien quiera venir en pos de mí, que me siga y allí donde este yo, estará también mi seguidor", (Jn. 12,26). También esta segunda invitación hay que entenderla en su verda– dero e impresionante significado. Las palabras, "allí donde esté yo, es– tará también mi servidor", no se refieren al premio o la retribución que concederá Jesús a los seguidores por su fidelidad . Pide que su se– guidor, por la renuncia a sí mismo, a sus cosas y al propio futuro, se abrace a la suerte del Señor en esta vida, por el camino del abandono, el fracaso aparente, la inseguridad personal y la muerte, si es necesario. No se debe olvidar que Jesús pronunció estas palabras o invitacio– nes, momentos antes de dar la vida por la salvación de los hombres y pronunció a continuación otra sentencia alusiva a su muerte y a la posible muerte de sus seguidores: "Os aseguro que si el grano de trigo caído en tierra no muere, permanecerá infecundo, en cambio si muere, dará mucho fruto", (Jn. 12 .24 ). Nuestras Concepcionistas hicieron del seguimiento de Jesús el hori– zonte y la ilusión de sus vidas. Durante los años en el monasterio se dedi– caron a familiarizarse con la renuncia a sí mismas y a seguir en todo la voluntad del Señor. En los meses inmediatos a su muerte violenta, siguieron a Jesús por el áspero camino de la inseguridad vital, en el abandono es– pantoso y en el sufrimiento físico y moral. Por último, con su muerte inhu– mana, se hundieron en el surco de donde salieron hechas vida, han dado y continúan dando el fruto que de ellas esperaba el Señor, el fruto del amor fiel hasta la muerte y del amor a sus hermanos hecho perdón, paz y recon– ciliación. Este es el gran servicio que los mártires y las catorce monjas Concep– cionistas de Madrid ofrecen a todos los hombres, pero de manera especial a los españoles: amor fraterno, perdón generoso y una reconciliación ava- 25