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En esa noche y a la mañana siguiente con el holocausto total de sus vidas, nuestras dos mártires concepcionistas, confirmaron las palabras de Juan Pablo II, pronunciadas en la homilía del 11 de marzo de 2001, cuando beatificó a los 233 beatos de la archidiócesis de Valencia: "Ellos -los mártires- son la prueba más elocuente de la ver– dadera fe, que sabe dar un rostro humano incluso a la muerte más violenta y manifiesta su belleza en medio de atroces pade– cimientos". ( 51 > Conocemos la intensa y elevada vida de oración que cultivaba la M. Inés en el convento y el matiz expiatorio que daba sobre todo a sus numerosos ejercicios de penitencia. Tenemos derecho a pensar que, nada más ser apresadas por los milicianos, se ofrecería al Señor como ofrenda viva e invitaría a su hermana a que hiciera lo mismo y que ambas soportaron todos los sufrimientos con ánimo generoso por los muchos pecados con que aquellos días se ofendía al Señor. Cuando se soporta el dolor con una actitud sobrenatural, se afronta con otro talante. Hubo otra circunstancia en aquellas últimas horas de la existencia humana de las hermanas mártires. El Señor no se deja vencer en gene– rosidad. M. Inés y Sor Mª del Carmen no estuvieron solas y abandonadas a su suerte, en medio del abandono absoluto y los atroces dolores a que fueron sometidas. En la misteriosa intimidad de sus almas estaba el Es– píritu Santo intensificando su fe y vigorizando su fortaleza para que nues– tras mártires se mantuvieras firmes en la fidelidad prometida, cuando estaban tan cerca ya de la corona de la gloria. Muy distintos amaneceres. La Madre Inés y su Hermana -ya lo hemos subrayado- disfrutaron en sus vidas de muchos y muy bellos ama– neceres. En Avedillo, y en los meses de mayo a septiembre, por razones de trabajo, solían estar en el campo con las primeras luces del alba y te– nían oportunidad de ser testigos y disfrutar de la explosión de vida, de luz y de colores cuando asomaba el sol por las colinas que coronan el Lago de Sanabria y se animaba la campiña y el bosque con los gritos y alegres canciones de las aves. 262

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